Lunes 23 Diciembre 2013
Sin importar que haya crisis económica, la comunidad está a la espera de las fiestas decembrinas  Mariana GUTIÉRREZ San Gabriel Chilac.- Pese a la situación económica que se vive en el país, en el municipio de San Gabriel Chilac la realización de las posadas es una tradición ancestral que se mantiene viva, sin importar a los pobladores nada más. En entrevista realizada por El Popular, diario imparcial de Puebla, la señora Malvina Flores, una mujer oriunda de esta comunidad, comentó que cada año la comunidad entera está a la espera de las fiestas decembrinas: “queremos compartir un poco de todo lo que Dios nos ha concedido a lo largo del año que está por terminar”, expresó. Por lo cual, y pese a la crisis, doña Malvina no deja de participar en esta tradición que le fue inculcada por sus abuelos, como una muestra de caridad y misericordia con toda su comunidad hermana. El pueblo de San Gabriel Chilac se divide en cuatro barrios, cada uno de ellos tiene su padrino y este a su vez tiene nueve posadores, quienes son los responsables de realizar los más de cinco mil aguinaldos que cada noche se reparten en cada posada; los preparativos inician desde el 16 de diciembre. Durante los nueve días que se pide posada, en promedio se embolsan más de 30 mil aguinaldos y se estima un gasto superior a los 40 mil pesos. La tradición de las posadas en San Gabriel Chilac es única en todo el estado de Puebla, se acostumbra que al término de la embolsada de aguinaldos se brinde una comida típica a los invitados, quienes además de ayudar, algunos llevan piñatas, botellas y más dulces para los cientos de aguinaldos que hay que preparar. Por la noche los posaderos desfilan rumbo a la casa del padrino, donde en brazos llevan los canastos con aguinaldos y las piñatas, que van acompañados de música; al llegar a la casa del padrino, piden la tradicional posada y al término sólo escuchan la música pero no bailan por respeto al niño Dios. Las Piñatas Con el paso del tiempo, la piñata es un elemento infaltable en las fiestas mexicanas, sobre todo en las posadas, como se le conoce a las fiestas previas a la Navidad en México. La piñata tradicional se elabora con una olla de barro que es forrada y decorada con papel de colores brillantes. A esta misma se adhieren siete conos o picos que terminan dándole la forma de una estrella. La piñata se rellena con dulces y frutas de temporada. Para romperla se cuelga de un lazo que la mantiene en lo alto; el reto implica quebrarla con un palo mientras se tienen los ojos vendados. La piñata tiene un significado acercado a la religión: por una parte, el forro que la recubre, al ser de colores llamativos, es asociado con la tentación, mientras que los siete picos que sobresalen se vinculan a los pecados capitales. El hecho de romper la piñata con los ojos vendados implica un acto de fe ciega, en el que la fortaleza del individuo debe prevalecer para vencer la tentación del pecado. Los dulces y frutas que se utilizan como relleno de la piñata simboliza los dones y regalos celestiales por haber vencido al mal, de tal suerte que, al romper la piñata, se recompensa a los fieles por no abdicar en su lucha contra el demonio.