Altares de Huejotzingo, una costosa tradición

Cada viernes de Cuaresma, la parroquia de San Miguel presta cinco imágenes de Jesucristo para que sean albergadas por familias en su domicilio; la práctica data de 1906 y se busca expandirla  Míriam PEDRAZA Corresponsal Altares de Huejotzingo, una costosa tradiciónDesde 1906, fieles católicos de Huejotzingo elaboran imponentes y costosos altares durante Cuaresma para albergar imágenes de Jesucristo prestadas por la Iglesia con miras a recibir la Semana Santa. La inversión mínima para realizar una de estas obras es de 30 mil pesos, aunque algunos vecinos de este municipio aseguran que han gastado hasta 150 mil, pues hay altares que llegan a medir 15 metros de altura y son de dimensiones colosales. Los preparativos inician una semana después del Miércoles de Ceniza y las obras permanecen 40 días en exhibición. Las familias encargadas de su elaboración realizan representaciones bíblicas y se ocupan de resguardar las imágenes que adornan los altares. El Señor de las Tres Caídas, el del Consuelo, el del Dulce Nombre, del Perdón y el del Santo Entierro, son algunas de las efigies que se pueden encontrar. Cada viernes de Cuaresma, tras la celebración de una misa, las imágenes salen de la parroquia de San Miguel y son llevadas, en una gran procesión conformada por cientos de fieles con flores, faroles rojos, incienso, velas y cirios, hasta el domicilio de la afortunada familia que se encargará de arropar la figura durante unos días. Para hacer más vistosa la celebración, las principales calles de la demarcación son adornadas con papeles de color blanco y morado, que simbolizan la pureza, el luto, el sacrificio y la penitencia; su colocación recae en los vecinos de cada uno de los cuatro barrios de la cabecera municipal. Ya en la procesión, los colonos entonan cantos durante el recorrido, en tanto, los pequeños son vestidos con atuendos de ángeles, también se lanzan flores y realizan rezos. Cuando se llega a cada una de las 14 estaciones que representan el viacrucis, en mesas colocadas a lo largo del camino las familias preparan flores y copal para que la imagen “descanse” por unos minutos durante su camino. La elección Pese a lo oneroso del gasto, vecinos de Huejotzingo han pedido al párroco que se empleen dos imágenes más para que un mayor número de familias pueda participar en esta centenaria tradición. Los encargados de albergar las efigies han tenido que esperar años para lograr tal distinción, pero el anhelo es hacer que más pobladores participen y cuenten con la visita de Jesucristo. Para poder ser parte del evento, se prepara con anterioridad a cada uno de los integrantes de la afortunada familia, deben confesarse para poder comulgar, además de estar bautizados y confirmados. También tienen que acudir a pláticas previas sobre la importancia de estos altares. El día del arribo de la imagen, el altar ya está colocado, ha sido adornado según la creatividad de los participantes, de acuerdo con un pasaje bíblico designado de manera previa. Flores, papel picado, frutas, agua y una enorme alfombra de aserrín de más de 5 metros de largo —de la calle hasta la entrada de la casa— reciben a la procesión, que concluye con palabras de agradecimiento. Una vez dentro del domicilio, todo el pueblo acude a visitar la imagen y quienes reciben la efigie ofrecen alimentos a los vecinos que acompañaron la procesión, mientras música armoniza el ambiente. Los creyentes provenientes de lugares aledaños al municipio visitan el altar a partir de la tarde-noche del día de arribo, cuando se realizan rosarios. Lunes y martes ocurre lo mismo, pues por la noche del segundo día referido la imagen es llevada de nueva cuenta a la parroquia para que el viernes regrese al altar.
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