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Dulce de jeripa, sabor rosa con tradición sacra

Dulce de jeripa, sabor rosa con tradición sacra
JERIPA Dulce de jeripa, sabor rosa con tradición sacra

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En junio las entradas de los hogares comparten este manjar único; su color y preparación presentan un arraigo religioso; existen pocos artesanos que puedan elaborarlo Yéssica AYALA Corresponsal  La amplia gama de sabores que abunda en el municipio de Atlixco deja un dulce sabor de boca, debido a que la oferta de sus platillos deleitan al paladar en más de una ocasión. En ese sentido, un dulce que es típico de Atlixco no sólo por su sabor si no por su presentación es la jeripa, una especie de budín color rosa con un toque de ajonjolí, el cual es del gusto de las familias poblanas. De acuerdo con la costumbre, este manjar dulce se come durante todo el mes de junio, principalmente en el Día de Corpus, pues en esta fecha cientos de familias de Atlixco compran algunos dulces como un pequeño bocado hasta la hora de comer, por lo cual la jeripa es uno de estos postres que reflejan la identidad del municipio. Sabor rosado para el paladar La jeripa es un dulce hecho a base de leche, agua, harina de arroz, sin embargo, el ingrediente principal en este postre es el toque de agua de azahar, la cual se adiciona a la receta en pequeñas pero continuas cantidades, pues su sabor y olor es imponente. Entre los artesanos de este tipo de postres figura Leopoldo Bernal Rojas, un hombre de 76 años de edad quien desde hace poco más de cuatro décadas realiza dulces típicos de Atlixco. Por lo anterior, la preparación de este manjar viene de una larga tradición familiar, pues Leopoldo aprendió de su abuela y después de su madre la forma de elaborar la jeripa, ya que su inquietud por el arte culinario fue desde muy joven. De esta manera Leopoldo ofrece sus dulces con la firme convicción de enamorar el paladar de las personas con el sabor de las frutas cubiertas o de los budines, en este caso la jeripa. “Yo empiezo a elaborar la jeripa; no es un atole, lleva harina de arroz, agua, poca leche y se le pone agua de azahar. Cuando se baja el cazo del fuego se le agrega azúcar y colorante vegetal rojo, para que agarre la tonalidad rosa que le caracteriza”, comparte Leopoldo. Asimismo, Leopoldo destacó la manera en la cual se cocina la jeripa, pues la elaboración de este bocado es parte de una tradición que involucra sabores y olores donde el afecto por los dulces atlixquenses se pone de manifiesto cuando se ve la expresión de satisfacción del cliente al saborear un postre. Un bocado sacro Una de las características principales de la jeripa radica no sólo en su preparación, sino por su significado a nivel cultural y religioso que lo hace único en Atlixco. De acuerdo con la tradición, la jeripa se consume principalmente en el Día de Corpus, sin embargo, habitantes y turistas pueden probar este manjar durante el mes de junio, debido a que se coloca en las diferentes entradas de los hogares durante la realización de las misas sacras. Además, este postre se adorna como una especie de mole poblano con ajonjolí en cazuelitas o jarritos nuevos de barro. De acuerdo con Leopoldo Bernal, la jeripa está relacionada con fechas litúrgicas, pues dentro de los símbolos que rodean este platillo se encuentra la letra “J”, ya que hace referencia a Jesús de Nazareth, figura central del cristianismo, así como el color rosa que hace alusión a su cuerpo, según lo indica la fe católica. Por otra parte, otro de los ingredientes que toma relevancia en la receta de la jeripa es el agua de azahar, pues de lo contrario sería un atole el que se realiza y no un dulce típico de este municipio. En riesgo de desaparecer Pese a ser uno de los dulces de más tradición en Atlixco, además de ser representativo incluso a nivel estatal, la jeripa enfrenta la amenaza de desaparecer, pues Leopoldo Bernal advirtió que no tiene a algún aprendiz a quien pueda transmitirle sus conocimientos, pues es de los pocos fabricantes de este platillo en el municipio. Asimismo, lamentó que nuevas generaciones muestren apatía por aprender esta receta e incluso desconozcan dulces típicos del folclor mexicano y atlixquense, lo cual se pone en evidencia cuando se sorprenden al ver dichas golosinas donde los colores se desprenden en aquellos cubiertos de azúcar, como limones, plátanos, cocos y otras frutas. “Me siento orgulloso de lo que sé, de lo que he aprendido en toda mi vida y quiero compartirlo todavía, quiero que la gente conozca mi sazón, todos los dulces que sé preparar y hacer”, expresó Leopoldo. Por último, el artesano mostró preocupación por la fabricación masiva de dulces tradicionales, pues señaló que esta actividad deteriora el trabajo culinario que involucra la preparación de estas golosinas con ingredientes frescos y de temporada, ya que los bocados hechos en compañías se elaboran, en su mayoría, con ingredientes prefabricados y conservas, mismos que, apuntó Leopoldo, no tienen sabor.