Viernes 12 Agosto 2016

La comunidad de Cuacuila, del municipio de Huauchinango, resultó afectada por la tormenta tropical Earl; no obstante, sus pérdidas materiales quedaron opacadas por las otras juntas auxiliares de Xaltepec y Chicahuaxtla, las cuales quedaron sepultadas casi por completo por el lodo que trajo la lluvia.

Aun así, en esta localidad, siete casas fueron pérdida total y por lo menos otras cien están en riesgo al estar cimentadas en laderas del cerro en el que se instaló esta comunidad indígena de Huauchinango.

Además de las casas, los dos accesos a Cuacuila quedaron obstruidos por lodo, piedras y postes de luz y teléfono, los cuales cayeron cuando el cerro se desgajó.

Por fortuna, aquí no hubo pérdidas humanas, aunque una familia de cinco integrantes estuvo en riesgo cuando se su casa de desplomó en la loza de otra vivienda en donde hasta el pasado sábado vivieron Juventino y Soledad.

Arriba de ellos, vivía la familia Santiago López, conformada por Armando, Carolina y sus cuatro hijos, quienes la noche del 6 de agosto se disponían a dormir, cuando el alud de tierra dobló la puerta y destrozó su baño.

La familia no lo vio venir, pues el ruido del socavón de tierra fue superado por el de la lluvia que no cedía.

Por instinto, la familia intentó salir por la puerta principal, pero el lodo la atascó; por dentro, el metal de la puerta estaba sumido hacía adentro y no se podía empujar. Armando decidió sacar a su familia por el ya destrozado baño y caminar entre el lodo para subir hacía la colina y poner a su familia a salvo.

Todos están bien y lograron salir a tiempo; el día siguiente, regresaron a casa para sacar sus pertenencias, aunque decidieron no regresar.

Otra afectada por los deslaves fue Guadalupe Hernández, ella vivía arriba de la familia Santiago López y no sólo cayó su casa de madera, sino también sus pollos y un puerco, según detalló Armando.

Como fichas de dómino, fueron cayendo las casas, una tras otra. Hasta abajo estaba la de Juventino Zúñiga y Soledad Paredes, que, por fortuna, su techo de concreto soportó el deslave.

La pareja de adultos mayores asegura que no regresarán a vivir ahí, pues desde 1999 no veían algo similar y saben que la temporada de lluvias del año apenas está por comenzar, por lo que prefieren quedarse a vivir con uno de sus ocho hijos.

La presidencia auxiliar de Cuacuila se convirtió en un albergue temporal, ahí llegaron 73 personas que fueron atendidas por médicos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) quienes les dieron ropa y víveres.

En el albergue, los refugiados conviven con pena, saben que no es su casa y que viven de dádivas; pero aun así sacan coraje para denunciar que nadie los ha ido a visitar para saber cómo están, pues aseguran que ni Protección Civil del municipio ni la estatal ha acudido a inspeccionar la situación de sus casas.

Fue hasta el jueves cuando el presidente municipal de Huauchinango, Gabriel Alvarado Lorenzo, acudió al albergue; sin embargo, pero se limitó a invitar a los pobladores a que se trasladen a otro refugio de la cabecera municipal.

No obstante, los refugiados insistieron, como sucedió en Xaltepec, que quieren estar cerca de su casa, pues ahí están sus cosas y quieren ver qué pueden rescatar.