Mientras las alzas en precios de gasolina afectan a automovilistas y prestadores de servicios, las del petróleo han orillado a ladrilleros de la zona de San Pedro Cholula y Juan C Bonilla al cierre de hornos y al fin de oficios heredados.

En los últimos 20 años, explicó Gabriel Jiménez Cuicuitl, cuya familia suma tres generaciones de producción, el combustible pasó de 3 a 7 pesos el litro y cierra el año con 5.8 y esperan un 2017 más complicado.

Dado que el petróleo se lleva casi la mitad de los recursos que se requieren para hornear ladrillo y que el precio del volteo de otros materiales sube con los gasolinazos, los ingresos son menores.

A lo que hay que pagar por elaborar el material, agregó Jiménez Cuicuitl, se suma que lejos de incrementarse el precio por pieza padecen el regateo de compradores que pretenden pagar menos de un peso por unidad.

En su caso, explicó, busca garantizar el peso con 20 centavos por cada ladrillo.

El horno de la familia Jiménez tiene una capacidad para producir 25 mil ladrillos al mes, para ello se invierten 14 mil 500 litros de petróleo, así como 5 mil por otros materiales y su traslado.

En el caso de que no tengan pérdidas y de que la producción no se vea comprometida por las lluvias o heladas que en este 2016 duraron casi el doble de lo normal, quedan 5 mil pesos, mil 666 mensuales para cada persona.

"Antes se veía una ganancia en una horneada de 25 millares, era por mitad y ahora la ganancia es mínima por 25 millares que tenemos que secar y llevar a la venta; y todavía viene el comprador y le ve defectos y nos quiere dar el peso o menos, el hambre es canija", comentó Jiménez Cuicuitl.