La ceremonia del Corte del Palo es una tradición cultural y religiosa que inició en el municipio de Cuetzalan; es la antesala de la famosa danza de los voladores. El acto es una analogía de la invocación a la lluvia y el maíz, misma que hacían los mexicas para atraer la fertilidad. Los voladores simulan ser pájaros que ascienden al tronco de un árbol de ocote y hacen una especie de danza que llama la atención de los dioses, además motivan a los cuatro puntos cardinales para darles lluvia. Originalmente eran cuatro voladores los únicos que subían, cada uno daba 13 vueltas, para sumar los 52 años del ciclo solar; sin embargo, con el paso del tiempo, y para hacerlo más llamativo, se fueron aumentado los danzantes. La Tala del Palo se lleva a cabo de forma anual a principios de septiembre, el pueblo y las autoridades religiosas y políticas se dan el trabajo de encontrar el tronco que va servir de base para los voladores del municipio de Cuetzalan. Desde un mes antes realizan viajes de forma constante a la región de Huahuxtla, para encontrar el palo perfecto que sierva como base para el ritual. El día del ritual para talar el árbol pobladores, el padre, los adultos mayores y los voladores se dan cita a las 7 horas, en el atrio de la parroquia de San Francisco de Asís, para pedir al patrono seguridad y bendiciones en su recorrido. Al llegar a los ejidos de Huauxtla las mujeres del municipio llevan comida para los hombres que cortarán el tronco; mientras que los hombres mayores y los voladores preparan flores, velas e incienso, que será ofrecido a la madre naturaleza por quitarle un hijo (el árbol). A la postre, el contingente camina cerca de media hora para llegar al lugar en donde se encuentra el ocote perfecto; se coloca la copa con el incienso, agua bendita al pie del árbol y se agradece a la naturaleza por permitirles continuar con sus tradiciones. Cuando la gente se encuentra reunida al pie del tronco diez voladores hacen su entrada tocando un pequeño tambor y una flauta, mientras que con flores y velas le agradecen a la naturaleza. Se reza y no se habla mientras los voladores rodean el árbol, ya que están ofreciendo el baile al ocote que pronto va morir, el silencio de los asistentes es símbolo de respeto. Mientras están danzando, los que volarán y quienes ayudarán a talar el árbol rocían agua bendita. El primer machetazo lo da el sacerdote de Cuetzalan, pero antes le agradece al árbol y a la madre naturaleza, para luego bendecirlo y asestar el primer corte. Una vez que el árbol se encuentra en el suelo los hombres presentes deben jalar el ocote hasta la carretera y escoltarlo al atrio principal de Cuetzalan, este proceso tarda cerca de seis horas. Una vez que termina la ceremonia religiosa, se pide que los presentes que despejen el área para terminan de cortar el árbol con una aserradora y llevarlo hasta el zócalo del pueblo. Hoy en día se ocupan máquinas que hacen el trabajo más fácil, pero hace tiempo los pobladores se tardaban más de tres días en trasladar el árbol hasta el zócalo. Al llegar al atrio de la parroquia, se coloca en el lugar que dejó el tronco anterior, además de que se sitúa una ofrenda para los dioses. Dicha ofrenda incluye los ingredientes del mole de guajolote, pero el animal debe estar vivo durante la ceremonia, para que cuando caiga el tronco también se le mate, esto como un sacrificio para tener comida en sus hogares. El palo será la base de los voladores de Cuetzalan por un año y si al finalizar este periodo la madera sigue en buenas condiciones se ocupará para el templete de las fiestas patronales. Los habitantes consultados aseguraron que esta tradición se encuentra muy arraigada y es parte esencial de su identidad cultural, por lo que nunca dejarán de realizar este ritual. Fotos: Alba EspejelUna vida de alturaEl acto de la danza y de volar desde las alturas del tronco llena de orgullo a los pobladores de Cuetzalan, quienes por más de 25 siglos han podido preservar está danza prehispánica. María Del Carmen Ortiz García empezó a los 16 años de edad a ser parte del grupo de voladores, actualmente tiene 28 años, desde niña soñó con ser parte de este ritual, pero sus padres no la dejaban por ser mujer y por el alto riesgo que esto implicaba. Cuando cumplió los 18 años, sin el permiso de sus padres, inició de manera formal con la danza, misma que la llena de orgullo porque es una práctica que pone en alto a su género y sus raíces. "No creían (sus padres) que pudiera hacerlo porque me faltaba la fuerza física que tiene un hombre, pero les demostré que yo también tengo la fuerza para pedirle a mis ancestros que nos traigan fertilidad", compartió. Ignacio Domínguez, de 42 años de edad, lleva 22 años elevándose en el cielo para pedirle fertilidad a los puntos cardinales en la tierra de Cuetzalan. Su abuelo fue volador, su padre siguió la tradición y ahora el tiene el objetivo de pasárselo a las nuevas generaciones. "Siempre soñé con esto, cuando veía a mi abuelo y a mi padre volar tan alto me propuse que un día iba a estar ahí; lo seguiré haciendo hasta que nuestro santo patrono lo permita, seguiré elevándome", mencionó. Por su parte, Juan Salvador, un habitante del lugar, compartió que muchos visitantes les han comentado que deberían de poner un palo de fierro, como en otras entidades. Sin embargo, él considera que instalar un asta de fierro sería una falta de respeto, ya que le piden a sus dioses indígenas y católicos que les vaya bien en sus siembras, por lo cual necesitan ofrecen el esfuerzo. Oscar Paula Cruz, presidente municipal de Cuetzalan, mencionó que esta es una celebración importantísima, ya que sobrevivió la conquista española. Comentó que Yohualichan fue la primera comunidad que realizó este tipo de danza, pero el Tajín se lo adjudicó, por lo cual, al ser un Pueblo Mágico deben conservar la autenticidad de los protocolos religiosos y culturales. "Sería un error que las próximas administraciones sustituyan el árbol natural por una figura de hierro, ya que se perdería la esencia de las tradiciones", señaló. Por último, aseguró que al quitar un árbol, las administraciones tienen la obligación de plantar 20 mil más durante un año, con el objetivo de que la tradición no represente una afectación ambiental. |