Francisco Javier, el doctor de Niños Dios, vírgenes y santos

La restauración de cada imagen se lleva entre dos y tres horas, si sólo está despostillada, mientras que en otros casos se alarga por días

Francisco Javier, el doctor de Niños Dios, vírgenes y santos
Violeta SÁNCHEZ | Al principio lo tomó como un hobby,  ya que su pasión era la música Francisco Javier, el doctor de Niños Dios, vírgenes y santos

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Cientos de Niños Dios que se lastiman por algún descuido de los integrantes de la familia, o que fueron dañados por el sismo del año pasado están siendo atendidos en un lugar especial para ellos.

El Hospital del Niño Dios, ubicado en el municipio de Izúcar de Matamoros, abrió sus puertas a partir del mes pasado y desde entonces comenzó las restauraciones de imágenes de Niños Dios, la virgen de Guadalupe y la virgen de Juquila y otros santos.

Francisco Javier Solís Carrillo, de 55 años edad, mencionó que su trabajo como restaurador se incrementa en esta temporada decembrina. Destacó que, comparado con el año anterior, en esta ocasión hubo mayor número de Niños Dios lastimados por los sismos que azotaron la Mixteca poblana, afectando severamente las piezas de cerámica.

La historia de Francisco como restaurador de estas imágenes inició cuando él tenía alrededor de 27 años. Su madre fue quien le pidió por primera vez que arreglara un Niño Dios, que era de su comadre. Al no saber cómo realizar tal labor, decoró la pieza a su gusto y confesó que no le gustó el resultado de ese primer trabajo, pero al entregarla, la casera felicitó a Francisco por tan hermoso detalle, por lo que desde ese instante supo cuál sería su vocación.

Al principio lo tomó como un hobby, ya que su pasión era la música, el dibujo y el arte, pero en el trascurso de los años, cientos de imágenes llegaban al humilde taller para restaurar sus piezas, las cuales, para ellos terminan siendo importantes en sus vidas. Aunque hay ocasiones en que el trabajo resulta ser engorroso, como igualar el tono de piel, "al entablar comunicación con ellos, algunos son fáciles de restaurar, mientras que a otros aún nos cuesta", explicó Francisco.

A pesar de que su taller es un lugar muy sencillo, resulta ser un lugar muy acogedor, donde los pacientes principales son Niños Dios, que lo hacen mágico, y por muy lastimados que lleguen, hay cura para ellos, ya que la fe de cada familia que lleva su imagen a rehabilitar es mayor y esto les brinda facilidad para componerlos.

A Francisco le han llevado niños muy maltratados y, según él, a la gente podría resultarle más barato comprar uno nuevo; sin embargo, las personas no ponen objeción alguna por el precio, lo único que quieren es que se arreglen para que queden como estaban, dado que tienen un valor sentimental incalculable, ya sea porque fue herencia de los abuelos o porque está bendito.

La restauración de cada imagen se lleva entre dos y tres horas, si sólo está despostillada, mientras que en otros casos se alarga por varios días, en especial porque son piezas que llegan casi demolidas.

Cada año, cuenta Francisco, les suceden situaciones extraordinarias, "como aquél señor originario de Tehuitzingo, que llegó al hospital con un Niño Dios muy maltratado. Esa pequeña figura había sido encontrada en terrenos de caña; pese a ello, pidió que lo restaurara, y a pesar de que le comentamos que era más barato comprar uno nuevo, ya que era bastante trabajo, además del costo excesivo, este señor tranquilamente sacó entre sus pertenencias dinero suficiente y humildemente dijo: 'Quiero que me arme este niño como estaba, por favor'", por lo que considera que las figuras contienen parte de los sentimientos y recuerdos especiales de los clientes.

Detalló que cada pieza que decorada es especial, como aquel niño Dios que tardó más de cuatro días en renovarlo, ya que en más de dos ocasiones se le desprendía su pierna después de haberla pegado, y en ese entonces no se imaginaba que algo similar ocurriría con un miembro de su familia, Miguel, uno de los nietos, quien sufrió un accidente en su pierna y la solución que le dieron los médicos fue ponerle un tornillo, justo como hizo con el encargo de la imagen, "ambos 'niños' pasaron algo semejante, pero para la familia fue muy extraordinario".

Confesó que le gusta ver la sonrisa en los labios de los Niños Dios una vez que son arreglados, ya que al llegar al hospital pareciera, desde su punto de vista, que muestran un semblante triste, pero al tomarlos en sus manos, cada vez que iniciar su labor, les habla y afirma que algunos le han tomado confianza porque cambian su expresión, mientras que otros son difíciles de armar, explicación que hasta hoy en día ha podido resolver.

Por otra parte, Juan Daniel Vargas, quien vive en la comunidad de San Miguel Ayutla, dijo peregrinó a la Basílica de la virgen de Guadalupe en la Ciudad de México y de allá se trajo a su Niño Dios; sin embargo, ante la multitud y en un descuido, el niño se lastimó y tuvo que esperar hasta llegar a su casa trasladarlo a este hospital.

Daniel destacó que es la primera vez que tienen un Niño Dios en su familia, y buscan seguir con esta tradición, la cual, al ser católico, le parece muy bonita.

Visitó a su niño en el hospital, al cual, en cuestión de horas, lo dieron de alta, y dijo que para este 24 de diciembre lo arrullarán en su hogar, donde celebrarán con tamales, aguinaldos y más.

En su particular hospital, Francisco ha restaurado miles y miles de Niños Dios, a pesar de no tener un gran taller, cada imagen es bien recibida y entregada como nueva.