Lunes 13 Mayo 2019

Aún no se conocen con exactitud las hectáreas de flora endémica que resultaron dañadas en los incendios forestales de Yehualtepec y Palmar de Bravo, pues falta realizar estudios de georreferenciación.

Tras los 13 incendios registrados en lo que va del año, el área siniestrada por el fuego en diversos puntos de la Reserva de la Biósfera Tehuacán-Cuica-tlán suma más de 400 hectáreas. El incendio en Palmar de Bravo continúa activo.

Las plantas endémicas que fueron dañadas por las llamas en esta Área Natural Protegida son principalmente matorral xerófilo, plantas endémicas como magueyes, izotes, patas de elefante, biznagas, sotolines, soluches y pastizales, siendo en su mayoría especies longevas; es decir, su desarrollo tardó muchos años.

El daño total en la flora endémica de la Reserva no puede determinarse en estos momentos, ya que a pesar de que fueron consumidas por el fuego, se tienen que monitorear y vigilar durante los dos años siguientes, para ver qué plantas logran recuperarse y cuántas se declararán como pérdida total, explicó el biólogo y director de la Reserva, Fernando Reyes Flores.

Puntualizó que por ley el monitoreo de los ecosistemas afectados debe llevarse a cabo por dos años y con eso podrá calcularse el deterioro total. Además, algunas plantas podrían recuperarse con las lluvias que se registren en los próximos meses.

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En caso de que no se recobre la vegetación en el lapso de tiempo determinado, se podrán realizar obras de ponderación de suelos. Tal es el caso las de terrazas o bordos, para valorar la introducción de las especies afectadas. Destacó que el terreno quemado no puede destinarse a ninguna actividad forestal durante los próximos 20 años. Es decir, no se podrá utilizar para desarrollar actividades agrícolas o urbanas.

Reyes Flores mencionó que cuando las especies no rebasan un daño de 70 por ciento, se pueden recuperar en un periodo de entre uno y dos años, dependiendo de la humedad; sin embargo, lo que se tiene que monitorear y prevenir es la aparición de plagas u otros males en el área siniestrada, pues podrían afectar el proceso.

Comentó que la mayoría de esas especies, como las biznagas y los sotolines, cuyo interior contiene mucha agua, sólo registran daños en su superficie.

Agregó que pasando el periodo de monitoreo y tras poder determinar la afectación o la recuperación que tuvieron las especies, se podrá aplicar un programa de reforestación, como el que se realiza actualmente en la zona de Cuacnopalan con el apoyo de un estudio técnico realizado por la Universidad de Chapingo.