Camila, quien viene desde el municipio de Huatlatlauca, cargando una caja con más de 100 cruces, y a un bebé de siete meses. De la mano también jala a un niño de apenas dos años. Camina por las calles céntricas de Izúcar de Matamoros, buscando posibles compradores.

Sin embargo, dice que desde que llegó al municipio, ya han pasado más de seis horas y no había vendido nada, remarcando que el precio lo ha bajado lo más que puede, ofreciéndolas a 30 pesos cada una o dos cruces por 50 pesos.

"Pensé que en este municipio sí vendería bien mi mercancía, ya que en otros municipios cerraron los mercados, pero no es así. Ya llevo medio día y no he vendido nada,” indicó.

“Antes eras albañiles quienes nos compraban, además de las amas de casa, y hoy ni uno ni otro preguntan por las cruces, es por ello que traigo sólo chicas", señaló.

Por su parte, don Valentín, que se dedica a la construcción, dijo que desde que comenzó la contingencia y cancelaron actividades, también a él le pidieron dejar la construcción en la que estaba, por lo que este año, dijo, no colocará la Cruz en la construcción donde trabajaba, como dicta la tradición.

Hoy, el dueño de donde se está construyendo, no les pondrá el chivo en barbacoa como siempre le había tocado en construcciones anteriores y todo por el COVID-19.

"Hoy los albañiles o maestros de la cuchara grande, nos fue mal, porque nos quedamos sin trabajo y no sabemos hasta cuándo", dijo triste Don Valentín.

Es así que cada vendedor de cruces pide a las amas de casa que los apoyen económicamente, llevando una cruz ya adornada para colocarla en su hogar.

Elaborar cruces adornadas con listones y flores multicolor, es un trabajo laborioso que lleva su tiempo, es por ello que estos comerciantes comienzan desde dos meses atrás, desde el mes de enero y febrero y desde el primero de mayo salen a venderlas, sólo que hoy es diferente.