Medallas a los centenarios

Se pretende un análisis para determinar las razones que les ha permitido alcanzar esas edades Pilar BRAVO PUEBLA ES una entidad que cuenta con centenarios, no en oro, sino personas que han vivido un siglo y un poco más por eso la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) decidió hacer un reconocimiento a esas personas y les entregó a sus familias un estímulo económico y una medalla a los centenarios. Esas personas que han cumplido 100, 102, 103 y uno el más grande hasta de 105 años de edad, viven en el interior del Estado, Tlatenango, Cholula, Tehuacán, Coronango y Puebla , por lo que el Instituto Nacional de la Senectud y la delegación de la Sedesol, levantaron un censo de estas personas centenarias. Jesús Ponce Martínez, delegado del Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (Inapam) dio a conocer que de acuerdo a las cifras del Consejo Nacional de Población, uno de cada 10 ciudadanos es adulto mayor, pero el promedio de edades es de 70 años, por lo que los ancianos que han llegado a tener una sobrevivencia de 100 años, son realmente dignos de estudio y análisis para determinar las razones que les ha permitido alcanzar esas edades. En Puebla se presume que haya más centenarios en la Sierra Norte y en la región sur del Estado, por lo que a través de las delegaciones se buscará registrarlas El Inapam trabajará en políticas y programas para la cultura del envejecimiento activo, tomando en cuenta que en los próximos 20 y 30 años crecerá de manera importante la población adulta El Inapam cuenta no solo con programas asistenciales, sino con actividades que permitan a la gente hacer deporte y actividades que les ayuden a tener vida activa y hasta laboral. A través de ese Instituto en Puebla se ha conseguido que adultos de 80 y 90 años participen en maratones o en concursos de baile, pero también han obtenido 108 empleos de empresas textiles y comercio para que la gente mayor tenga una forma de vivir digna. El proceso de envejecimiento es el resultado de inte­racción de factores biológicos, psicológicos y sociales que se complican con la aparición de patologías que contribuyen en gran medida a la pérdida de capacidades. Ello representa, en muchos casos, una carga social y económica para quienes los rodean, sobre todo en unidades familiares donde se ha perdido la dimensión del rol tradicional del adulto mayor como consejero y poseedor de experiencia, lamentablemente la gente joven en ocasiones ve a los adultos mayores como una carga pesada.
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