Fiestas decembrinas, época de compartir… para algunos

** Es muy difícil que las personas solas logren vencer los convencionalismos sociales para la celebración en estas fechas  Karina ÁLVAREZ [caption id="attachment_4988" align="alignleft" width="300" caption="No todos tienen la vida idílica que los medios de comunicación muestran."]No todos tienen la vida idílica que los medios de comunicación muestran.[/caption] Aunque la navidad es motivo de unión familiar y de festejar junto con los seres queridos, muchos la pasarán completamente solos. Son los divorciados, los dejados, los viudos, huérfanos, los que simplemente no tienen a nadie. Es el caso de Miguel Juárez. A los cuatro años de edad perdió a su único hermano, quien murió a causa de un golpe en la cabeza, entonces Miguel creció como hijo único. Estaba rodeado de lo que, considera, conlleva ser hijo único: exceso de afecto, de atención, de muchas cosas. Cuando cumplió 10 años, vio marcharse a su papá. Se quedó con su mamá y un grupo de cuatro tíos solteros, tres mujeres y un hombre; este último fungió como su figura paterna, hasta hace unos años que murió. Pero también su madre y padre ya no están, sólo le queda una tía mayor de edad que ya no ve. “Cuando crecí obviamente me casé, tuve tres hijos y luego mi trabajo provocó que nos divorciáramos”, dice. Se dedicaba a la venta de refacciones automotrices, viajaba mucho y eso lo llevó al fracaso con su esposa. Hace ocho años se separó por segunda ocasión de otra mujer con la que vivía. Desde entonces ha pasado las navidades solo. A sus hijos no los ve; tiene pocos amigos y por lo regular estará en su casa para el 24 y 31, pues no tiene mucho qué hacer. “No hay una buena relación con los hijos, no soy bien recibido con ellos. Al principio duele, pero con el paso uno se acostumbra”, comenta. Tiene 54 años de edad, una vida llena de historias sobre los lugares que ha visitado; son anécdotas chuscas, otras de miedo…, son historias que se cuenta solo o que comparte, de vez en cuando, con algún conocido que le dedica tiempo. “Al principio me daba mucha tristeza pasar las navidades solo, me daban ganas de reprocharle al mundo mi situación, ahora ya no siento nada”, asegura. Una lata de atún, algo de mayonesa y otra cosa que se le ocurra será su cena, tal como cualquier otro día. Eso no le preocupa, ya aprendió a estar bien solo.
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