** Francisca Gómez da su testimonio de vida con esta enfermedad, con la que ha perdido agudeza visual y su piel se ha tornado amarilla, debido a la insulina en su organismo Karen MEZA DESDE SU infancia era gordita, pese a que la mayoría de sus compañeras eran de complexión delgada nunca recibió una crítica o fue víctima de burlas o agresiones. Hace 24 años, su madre murió y hace cinco, falleció su padre, ambos por la enfermedad que en la actualidad padece: diabetes, malestar que expresa con voz temblorosa “yo podría perder la vida”. De oficio comerciante, siempre como base alimenticia, en las mañanas y las tardes, tenía un par de tacos de canasta, tortas de cualquier tipo, gorditas y para tomar agua de sabor o refresco, en la cantidad de consumo nunca se limitó pese a que en el año 2000 su médico de confianza le detectó diabetes. Su piel luce amarillenta y sus ojos rojos, a causa de dos factores: el primero, porque el sábado pasado le dijeron que aumentarían las dosis de medicamento para controlar la enfermedad; el segundo, porque saberse enferma le causa dolor; sin embargo, se hace fuerte, respira hondo y contesta con lentitud. Francisca Gómez tuvo una recaída; luego de tener tres veces alto los niveles de glucosa, dolores intensos de cabeza, mal carácter y constantes mareos, decidió cambiar de médico porque según ella “las pastillas que le daban no ocasionaban algún efecto de sanación”. El diagnóstico La diabetes le fue detectada hace 12 años, ahora tiene 53 años de edad y su hijo más pequeño tiene 8 años, cursa el cuarto grado de nivel primaria, mientras que su hija mayor tiene 19 años y estudia Derecho en la universidad. “Me da impotencia saber que no podré ver realizado a mi hijo más pequeño”, expresó con la boca casi cerrada, en tono tenue y con la cabeza inclinada. La señora Gómez siempre tuvo un retroceso en su periodo de desarrollo, aunque se casó a las 20 años, tardó cerca de 14 años para concebir a su primer hijo, el amor y la tenacidad de su marido para formalizar una familia lo hizo posible. “No me siento una madre joven, sé que no estoy ni lo soy, si esta enfermedad no me diera, hubiera pasado grandes momentos con la familia. No es que sea pesimista, pero no me encuentro preparada para el siguiente paso de la maternidad”, comentó. Teme por su vida Francisca Gómez es madre de seis hijos y teme a perder su vida a causa de la diabetes. Los gastos mensuales por su enfermedad ascienden a 7 mil pesos, pero en el acontecimiento de hace algunos días desembolsó entre médico y medicina más de 13 mil pesos. Las grandes dosis de insulina, afirma en este último mes han causado que su vista tenga menos agudeza: “Cuando viene el camión me cuesta trabajo identificar qué ruta es, así como los destinos, creo que no saldré tanto, lo lamento por mis hijos”, explicó. Ya no sonríe y es que se dice avergonzada de que algunos de sus familiares se den cuenta que la faltan cuatro piezas dentales, “comprarlas, es lo de menos, pero, no es lo mismo, nada, mi vida ya no es la misma desde que me enteré que tenía este mal”. |