Lunes 11 Febrero 2013
**Desde temprano, el ánimo de los pobladores se dispara en el aire con carabinas, una tradición que ha vivido por poco menos de 150 años en el carnaval  Gregorio FUENTES Enviado  El bullicio se la adelantó al gallo la mañana de este domingo. HUEJOTZINGO.- ESTE MUNICIPIO amaneció de fiesta. Entre ovaciones de personas, pólvora que escapaba de las carabinas y a lo lejos el Iztaccíhuatl como testigo de esta añeja celebración que está por cumplir su 150 aniversario. En su segundo día de carnaval, la fiesta de los excesos y desenfreno sigue a todo lo que da en este poblado. David tiene los pómulos rojos y la frente perlada de sudor. Lleva casi 10 minutos soplando la tuba para entonar una canción que parece nunca terminar. Ahí mismo, en una calle cerrada por mesas extendidas bajo una larga lona amarilla, apenas a unas cuantas calles del Centro de la población, los huehues e indios bailaban al ritmo de Sinaloa, música que toca la banda de viento de la que es parte David. Las notas de la canción son interrumpidas a cada instante por el estruendo causado por los fusiles, un sonido ensordecedor que caracteriza el carnaval de Huejotzingo. Los testigos que han acudido a esta comunidad colindante con la capital se tapa los oídos ante el constante aullar de las armas que dejan un olor a quemado en el aire. José Anselmo López fue vestido de indio, mientras recargó su arma con una larga varilla de metal y azotó la culata en repetidas ocasiones fuertemente contra el piso, regaló unas palabras a este reportero. “Me gusta esta tradición, así de simple por eso la vivo y participo en ella, son las raíces de mi nación y la tradiciones de mi pueblo”, gritó en medio del concierto de sonidos que orquestan la banda, las personas y las armas. “He participado desde que tenía 12 años, pretendo estar los cuatro días bailando, desde la mañana hasta las dos de la madrugada”, añadió con un evidente olor a cerveza saliendo de su boca junto a las palabras. Los huehues y los indios han sacado sus mejores trajes, una mezcla de telas e implementos que poco importan si combinan o si van de acuerdo a la época pasada que evocan. Las lentejuelas y las plumas se apoderaron de las arterias viales de la comunidad, que por diversos puntos presenta contingentes que al sonido de la banda no paran de tomar y divertirse. Niños desfilan con armas pequeñas y curiosos turistas solicitan una carabina para disparar y sentirse parte de la tradición. Así fue como las calles del poblado este domingo se llenaron, como lo harán los siguientes días hasta el próximo martes, último día de carnaval, de foráneos que han acudido a presenciar una fiesta única, de destellos y colorido que emanan de los trajes de los pobladores que han salido a vivir la festividad y sobre todo de alcohol, que no para de ser ingerido por pobladores y ajenos en esta época de carnaval.