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Café Pendiente: ayudar a quien más lo necesita

Café Pendiente: ayudar a quien más lo necesita
collage Café Pendiente: ayudar a quien más lo necesita

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Memorias del Crimen

Más que protestar por la situación actual del país, Saraí, Ana Karen y Andrea sugieren a los jóvenes, su generación, dar soluciones en lugar de quejarse

Guadalupe GÁLVEZ

Sus ojos son brillantes y se abren enormes cuando hablan. Proyectan entusiasmo y emoción por la certeza que les da la creencia firme de poder cambiar el día entero de una sola persona a través de una taza de café obsequiada.

Saraí Centeno Ortiz, Ana Karen Bazán Torres y Andrea Sánchez Águila tienen 24, 23 y 20 años de edad, respectivamente, y las tres son estudiantes. Aunque comulgan con el enojo de su generación reflejado en movimientos como el de Ayotzinapa, creen que a los jóvenes les urge proponer soluciones y hacer realidad los proyectos para atacar los problemas actuales.

La tarea que emprendieron no es sencilla porque deben convencer a la gente de confiar, y luego, esperar a que germine caridad, generosidad o altruismo en una sociedad mexicana agobiada. Los jóvenes, los de su edad, son los más difíciles porque “no creen”.

¿Quién pagaría un desayuno o una simple taza con café para un extraño que ni siquiera se ha sentado a la mesa del restaurante?

Si estás en una cafetería ¿le dirías a un anciano que se siente a la mesa y pida algo para mitigar el hambre? Obvio, ¿pagarías su consumo?

Ellas se hicieron esas preguntas y sabían que sería difícil, pero no imposible.

Entonces decidieron emprender un camino de esperanza para ayudar a su país a salir adelante, materializando su responsabilidad social al difundir una propuesta clara: dejar un Café Pendiente en lugar de sólo quejarse o marchar contra el gobierno, la pobreza o la desigualdad.

Hace un año, mientras realizaban un trabajo de mercadotecnia se encontraron con la propuesta europea llamada Café Pendiente, consistente en que un comensal pague un café o un platillo para que sea entregado a personas de escasos recursos o en situación de calle.

La historia

Café Pendiente es una iniciativa social, sin fines de lucro, basada en la solidaridad y la confianza.

Es una tradición antigua de origen italiano que gracias a las redes sociales y a la promoción de Fabiola Kun (coordinadora nacional) llegó al país en septiembre de 2013 y ha tenido gran impacto, al mismo tiempo que ha beneficiado a cientos de personas en situación vulnerable.

El 27 de septiembre de 2014 se festejó el primer aniversario de Café Pendiente en México, sumando 600 y aproximadamente 135 mil cafés/platillos entregados.

En Puebla, Sarai, Ana Karen y Andrea son las coordinadoras que realizan el trabajo de promoción sin recursos monetarios de apoyo. Comenzaron a trabajar en la difusión en octubre de 2013.

A la fecha suman 65 establecimientos participantes, entre cafeterías y restaurantes, y se han repartido más de 800 cafés pendientes. La lista continúa creciendo.

“Nuestra finalidad no sólo es ayudar a la gente en situación de calle dándoles algo para comer y tomar, sino buscar de a poco la visibilidad y la inserción de estas personas en la sociedad. Evitar la discriminación y convertirnos nosotros también en un país más amigable, solidario y menos desconfiado”, remarca Andrea.

En busca del cambio

“Ante el gobierno nos quejamos, pero no hacemos nada”, dice Saraí Centeno cuando piensa en lo que no le gusta de México. Podemos luchar desde nuestra trinchera, por ejemplo: está lo de Ayotzinapa y todos protestan, y creo que sí se debe hacer, pero hay otros caminos, como trabajar en lo que uno quiere y hacerlo bien, porque si todos hiciéramos lo mismo estaríamos mejor”.

—¿Qué te gusta de México?

“Tenemos mucho potencial, en todos los aspectos, desde paisajes; las personas también son bellas, pero a veces nos conformamos y culpamos a los demás de lo que no tenemos. Por ejemplo, dicen que no hay trabajo; si bien no hay equidad, creo que si todos trabajamos constantemente podemos obtener lo que deseamos”.

Para Ana Karen, la situación actual del país la asusta y externa su temor porque la violencia que se generó tras la desaparición de estudiantes en Ayotzinapa se extienda a otras partes del país.

“No me gusta lo que está pasando ahorita. Soy muy sentimental y no me gusta ver que la gente sufre por su familia. Me desagrada, me da mucho miedo que vaya a pasar algo peor”.

Las tres coinciden en que los jóvenes deben asumir una responsabilidad social con propuestas de solución. “Es una buena idea levantarse, pero es mejor actuar”.

Un año de ardua lucha

Doce meses después, y tras varias decepciones, siguen con su proyecto sumando a cafeterías y restaurantes de Puebla y aumentando las tazas de café que llegan a los más necesitados, con el único propósito de ayudar.

Y aunque se sienten orgullosas de los avances, pequeños pero efectivos, afirman que necesitan voluntarios, ayudantes solidarios para promover la iniciativa para que en más cafeterías y restaurantes la gente pague estos cafés o almuerzos “pendientes”.

“Necesitamos voluntarios, y si no creen, que nos busquen y prueben”, expone Ana Karen Bazán.

Saraí cree que se necesita esperanza en México e insiste que hay otras formas para que los jóvenes hagan algo por el país y es “dejar la actitud negativa que se refleja en la redes sociales donde todo el tiempo se está criticando”.

“Debemos sentirnos responsables de dar un buen ejemplo porque somos los próximos profesionales”, añadió la estudiante.

“Ayudar nos hace mejores personas”

La charla termina con una buena taza de café y tres sonrisas dispuestas a no abandonar la campaña porque están comprometidas con la generosidad, ese hábito de dar, no sólo dinero, sino tiempo.

Andrea, que es la menor de las tres activistas, remata que Café Pendiente es más que sólo café.

“Café Pendiente es una forma de demostrarnos que podemos ayudar y quitarnos el egoísmo. Al ayudar nos hacemos mejores personas, a nosotros y a los demás (…) Estamos cambiando el pensamiento de la gente demostrando, a través de Café Pendiente, que podemos crecer como sociedad, que podemos confiar y hacer a un lado a la discriminación”, concluyó.