Un negocio 100 por ciento familiar ofrece variedad en sabores y colores; los de mole, rajas y dulce nunca pueden faltar en los pedidos de los clientes
Rosaura GARCÍA
Tres botes de tamales dan la bienvenida en La Guadalupana, la fila es larga al caer la noche. Los poblanos esperan su turno para pedir los tradicionales de mole, rajas y salsa verde, sin olvidar los típicos “rosita rellenos de crema”, sin embargo, la variedad se extiende y hay quien pide uno de chocolate con pasas, de piña, de queso con epazote, de chipotle y más.
En 1975 arrancó el negocio. La historia de éxito, como otras tantas, inicia en pequeño. Alejandro León detalla el origen de La Guadalupana: “Es un negocio familiar en el cual mi mamá empezó haciendo algunos pedidos, en una ocasión, ya con mi esposa, los empezaron a vender en la (avenida) Reforma, y después encontramos lugar aquí a la vuelta (calle 16 de Septiembre), empezamos a trabajar allá. Después mi mamá dejó prácticamente a mi esposa y ahora el que los trabaja es el hijo”, comparte Alejandro León.
José Francisco León es ahora quien continúa la tradición que iniciara su abuela. A su cargo estuvo la ampliación del negocio, logrando dos locales más en Camino Real a Cholula, “nuestro primer local estaba en Reforma 1721, luego fue aquí a la vuelta en 16 de Septiembre, y el hijo ha metido dos locales más”, relata Alejandro.
Cabe señalar que a finales de 2014 debieron dejar el tradicional local que ocuparon por casi 30 años, éste se encontraba sobre la avenida 16 de Septiembre, entre 29 y 31 Poniente. Sin embargo, para beneplácito de los comensales, el establecimiento sólo cambió “a la vuelta”, y ahora se encuentra sobre la 29 Poniente.
La venta a inicio de año es alta por la celebración del Día de la Candelaria, la solicitud de pedidos y la larga fila no dejan duda a ello, sin embargo, Alejandro sabe que “como en todos los negocios, en julio y agosto, la temporada buena es para papelerías, en mayo es para las tiendas de regalos por las mamás, aquí épocas donde hay y nos ayuda a salir de problemas”.
El antojo en un tamal
La decoración del local es significativa. En la pared se ubican dos cuadros de la Virgen de Guadalupe, uno de ellos es una pintura. Al lado izquierdo, de frente al mostrador, se encuentran tres fotografías con el eslogan: “Envolvemos tu antojo en un tamal”. La historia de estos elementos es muy especial para la familia León.
El nombre del negocio, La Guadalupana, es por la Patrona de los mexicanos, dice don Alejandro, pero también por ser el nombre que llevaba su madre: Guadalupe, una mujer muy devota. Por otra parte, las fotografías que ilustran el eslogan retratan las manos trabajadoras de su esposa, en las imágenes se ve: “la masa, los rellenos, la fabricación, se ve la nuez, la fruta, el chocolate, la tortita de camarón”, describe Alejandro y revela también que tanto el eslogan como la idea de retratar las manos trabajando fue idea de su hijo José Francisco, por lo cual deja entrever de nueva cuenta que se trata de un negocio familiar y tradicional.
Lo anterior se confirma al indicar que el local es atendido por su ahijado, y que quienes colaboran en la producción y venta son familiares. El amor y dedicación quedan como testimonio envueltos en una hoja de elote, listos para ser comprados con un horario de 8 a 22 horas. |