José Martín Romeo, uno de los heridos del pasado 9 de julio, revela que ha gastado más de 300 mil pesos en recuperación Carlos ROCHA El día 9 de julio durante el enfrentamiento en Chalchihuapan, José Martín Romeo Montes recibió un disparo de bala de goma a quemarropa a escasos 20 metros de distancia y le destrozó la quijada. Ahora tiene dos placas de metal en la boca además de seis tornillos. José narra cómo aquel día elementos de la Policía Estatal Preventiva disiparon una manifestación en la autopista Puebla-Atlixco, vio cómo un policía disparó y después una mujer le quitó el artefacto de hule macizo de su quijada. Martín tiene 66 años y hace apenas un mes recobró el habla, calcula que ha gastado más de 300 mil pesos en sus curaciones y terapias. Después de los hechos del 9 de julio, que valieron una recomendación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) por violaciones a los derechos civiles, Martín fue llevado a un sanatorio privado en Atlixco, donde permaneció durante 15 días. En entrevista en Chalchihuapan, el sexagenario afirma que él no tuvo nada qué ver durante la protesta de aquel día en el kilómetro 14 de la autopista. “Tengo un terrenito en la autopista. Estaba deshierbando y por mala suerte me tocó, por fortuna alcancé a arriar a mis dos nietos de la secundaria, uno de 13 y otro de 14 para que se fueran para la casa”, recuerda. Incluso, detalló que uno de sus nietos, entre el griterío de la gente y la movilización de los policías, cuestionó porqué él no se iba con ellos; ahora sabe que pudo haberse salvado si le hubiera hecho caso a su nieto. Martín no recuerda qué fue lo que sucedió después de recibir el disparo, pues estuvo inconsciente hasta que llegó al hospital privado de Atlixco. Sin embargo, recuerda que eran unas mil personas entre policías y manifestantes, además asegura que había mucha gente que no era del pueblo, pues jamás la había visto. Desde los hechos, la Procuraduría General de Justicia (PGJ) lo había buscado y hace tres meses dieron con él, pero debido a que aún no podía hablar lo dejaron en paz y él, por su parte, aseguró que cuando estuviera dispuesto se presentaría. Reveló que a principios de febrero acudió a la PGJ, pero se sintió mal durante la entrevista mientras recordaba lo sucedido. “Yo acudí a la fiscalía por mi propia voluntad, no me presionaron, no llevé abogado, me presenté solo, aquí en el pueblo dicen que tienen miedo de que los agarren, pero yo me preguntó, ¿por qué van a detenerme, si yo fui afectado?”, se cuestiona. En la puerta de su domicilio desde donde atiende con cautela, revela que tiene conocimiento de que la CNDH obligó al gobierno del estado a reparar el daño a las víctimas, sin embargo, él aún no recibe ninguna compensación económica ni tampoco se la han ofrecido. A pesar de ello, Martín reconoce que desde hace dos semanas acude al Hospital Universitario de Puebla en donde no tiene que pagar por terapias ni curaciones, y considera que ha sido suficiente con esto, sin embargo, no sabe aún si recibirá dinero en efectivo del fideicomiso que el gobierno estatal creó para la reparación de daños. |