Las trabajadoras sexuales afirman que no son obligadas ni por “padrotes” ni por “madrotas” a protestar; están dispuestas al diálogo Mario GALEANA Hace 28 largos años, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés) declaró al Centro Histórico de la capital como Patrimonio Cultural de la Humanidad, Aunque hoy podría ser declarado “Patrimonio del Trabajo Sexual”. Entre la Catedral, los sobrios edificios coloniales y las múltiples casonas de estilo barroco que componen el primer cuadro de la ciudad, alrededor de 500 mujeres se dedican a la prostitución; no obstante, se desconoce si el 80 por ciento de ellas es víctima de organizaciones dedicadas a la trata de personas. Perla, representante de las 100 sexoservidoras que en los últimos días han protestado por la clausura de sus centros de trabajo -alrededor de 30 hoteles y un considerable número de antros-, aseguró que en el Centro Histórico de la capital sí existe una red de trata de personas, pero desconoce cuántas de las 400 mujeres restantes que han decidido dedicarse a la prostitución son víctimas de ello. “Tampoco vamos a negar que no hay trata. Hay muchas (mujeres) que igual lo son, pero de las que hemos hecho las marchas, la verdad no (somos víctimas). Nosotras no podemos saber quién es trata y quién no”, dijo. Les pega clausura de hoteles La clausura de dichos centros de trabajo por parte de la Procuraduría General de Justicia (PGJ) y el gobierno municipal generó un ambiente de vulnerabilidad aun superior al que día con día lidian las mujeres que, en una “buena” jornada de trabajo pueden llegar a ganar hasta 800 pesos; en uno “malo”, 300 pesos; y en uno “pésimo”, hasta “te puedes ir sin nada”, dice Perla. “Nos arriesgamos a subirnos al carro con un cliente, y que nos asalte o nos mate. Ningún hotel está abierto; unos han cerrado por miedo y otros 30 ya están clausurados (...) El problema es que estamos en la calle, y nadie nos lleva un control. Cualquier chica puede ir a pararse en la calle y hacer el servicio”, refirió. “Antes, en los hoteles, para poder tener un cuarto, te pedían tu credencial de elector y tus análisis de VIH que expide Salubridad”, explicó la representante del movimiento de sexoservidoras, en tanto que aseguró que las protestas de los últimos días son genuinas expresiones de inconformidad, y que ningún “padrote” o “madrota” se encuentra detrás de estas. Hace un año, sin embargo, las condiciones eran aún más difíciles. Agentes de la Policía Municipal extorsionaban a las mujeres con 50 y hasta 100 pesos diarios. Esto las llevó a protestar también desde el 2014 y, entonces, las extorsiones se acabaron. Por otra parte, Perla asegura que de las 100 mujeres que integran dicho movimiento, todas superan los 20 años de edad y, en su mayoría, son madres solteras o hijas de padres con complicaciones médicas que requieren de atención, razón por la cual decidieron hacer de los hoteles y las calles sus centros de trabajo. “Nosotros lo que queremos es trabajar dentro, en cualquier lugar que nos den. Nos convendría reapertura de lugares, pero si el gobierno decide que nos brinda ‘tal lugar’, pues adelante, estamos dispuestos a aceptarlos también”, declaró. Ante la propuesta de la autoridad municipal de ofrecerles oportunidades de empleo a través de una bolsa de trabajo, Perla indicó que es probable que algunas aceptarían - "a lo mejor por la edad o porque simplemente ya no desean continuar”, explicó-, pero la gran mayoría continuaría ejerciendo el oficio “porque el dinero no alcanza y porque no tenemos más apoyo que el nuestro”. Y concluyó: “Está abierto el diálogo tanto con Gobernación municipal como con la procuraduría, y estamos de acuerdo en una sola cosa: sí combatir la trata, pero no el trabajo sexual”. |