Miércoles 09 Noviembre 2016

Falta de luminarias, nulo servicio de agua potable, robo de autopartes, drenajes atascados, consumo de drogas, asaltos e instalaciones con poco mantenimiento, esa es la constante que se presenta en gran parte de los mercados de la ciudad de Puebla.

El Popular, diario imparcial de Puebla, realizó un recorrido por tres mercados de la ciudad con el fin de conocer las condiciones en las que trabajan cientos de comerciantes y en donde miles de poblanos van a comprar los productos necesarios para su día a día.

Las calles que rodean al mercado Cinco de Mayo parecen ser una extensión más del lugar. Puestos de frutas, ropa, semillas y bastantes productos piratas se ofrecen en plena vía pública. Al llegar al mercado lo que más llama la atención en las paredes son los grafitis que opacan los logos del gobierno municipal. Aquí el progreso quedó sepultado por los puestos que abarrotan todo el perímetro del mercado.

Armando Rosas Pérez, quien tiene su puesto de fruta junto a la entrada, declaró que los principales problemas que tienen los locatarios son la saturación de los transformadores eléctricos y la delincuencia.

"Hace poco se reventó el transformador y pues tuvimos que ser nosotros los que lo mandamos a arreglar. Pero lo que realmente nos afecta a todos es la cuestión de la delincuencia, yo desde aquí veo muchas cosas y no falta el que le arrebata la cadena a la señora o el que se va corriendo con el celular. Eso nos viene a fregar, porque la gente habla y luego ya ni quieren venir porque dicen que aquí hay pura rata de cuatro y de dos patas".

Fotos: Karen Rojas

En el interior del mercado se encuentra un lugar al que no llega la luz. Se trata de las inmediaciones del contenedor de basura. A unos metros de distancia el olor de los desperdicios se mezcla con el humo de la marihuana fumada por un indigente recostado en el piso. Los chillidos de las ratas no se pierden en el murmullo cotidiano del mercado, los roedores ya no huyen de las personas y mastican la basura sin pudor alguno.

"Desde el 20 de diciembre ya ni abro mi local, es imposible poder vender algo por aquí. De tanto ambulante que se junta en esas fechas, no dejan que el camión de basura pase y los desechos se acumulan tanto que, por más que limpien, la gente ya ni se acerca. Eso en esta temporada decembrina, pero lo de todos los días es que varios vagos anden jugando baraja y emborrachándose. Ya basta de que las autoridades no agarren a los vándalos y dejen a los ambulantes poner sus puestos. La verdad el problema es la corrupción, porque los quitan un día y al siguiente ya andan de regreso", fue el comentario de Amanda Ramírez Méndez, vendedora de comida del mercado.

Para Héctor Díaz Juárez, dueño de una tienda de abarrotes, el principal problema son las autoridades. Aseguró que son los comerciantes los que tienen que financiar todas las reparaciones; asimismo, mostró como las rejas de metal de las puertas del mercado se encuentran forzadas y en algunas es imposible colocar candados.

"Este lunes asaltaron el restaurante de aquí enfrente, 'El Mexicano' se llama el ladrón, a un mesero lo dejaron muy mal. Aquí han intentado abrir en varias ocasiones y pues lo logran porque los veladores vienen checan y luego se van, no hay nadie que cuide nuestros puestos".

La oscuridad de El Parral

De las 64 luminarias que tiene el mercado "Nicolás Bravo" El Parral sólo funcionan 2. Después de las 18 horas el mercado se sumerge en la completa penumbra y los robos están a la orden del día, así lo declaró Genoveva Coyotl, encargada de una carnicería.

En su opinión, al mercado le hace falta un lugar de estacionamiento, pues por su ubicación las calles se llenan de carros que no le aportan clientes, porque pertenecen al hospital, oficinas y escuelas que se encuentran en la zona.

En época de lluvia, el mercado se vuelve una bomba de tiempo, pues por la falta de mantenimiento del techo escurre agua que cae justo en los medidores de luz. Los comerciantes especulan que no ha ocurrido algún siniestro porque ninguna de las lámparas tiene corriente.

Hace algunos años en el mercado había una estancia infantil, la cual fue cerrada por estar junto a las tomas de gas. Ahora, los pupitres se encuentran tirados, las resbaladillas arrumbadas y la humedad se apodera de gran parte de las paredes que alguna vez tuvieron pizarrones. Grandes grietas ocasionadas por temblores terminan por adornar las paredes del mercado que alberga a más de 200 locatarios.

En las calles aledañas, un grupo de cinco hombres conversa animosamente por el efecto de las cervezas. Los vendedores confirmaron que son ellos los que asaltan a la gente y roban las autopartes de los carros.

"Nosotros llamamos a la policía y llega siempre tarde. Cuando llegan a agarrar a uno, sólo le dan la vuelta por la calle, pero al día siguiente ya anda de regreso. Ya nosotros no decimos muchas veces las cosas porque estamos aquí todos los días y ellos ya nos conocen", declaró Irma Bautista Guzmán, quien sirve comida en un puesto.

Cemitas, goteras y drenaje abierto

El techo del mercado Melchor Ocampo El Carmen tiene la misma cantidad de hoyos que se puede encontrar en varias calles de la ciudad. Los toldos en los puestos llaman la atención, pero los comerciantes aseguran que son necesarios para que su mercancía no se moje cuando hay lluvia.

Andrés Adelino Tecual Huepa, quien tiene un puesto de fruta, dice que 17 de las 34 luminarias del mercado no funcionan y asegura que el principal problema del inmueble es el drenaje. Al levantar una piedra que cubre una alcantarilla lo primero que se asoma es un ratón. Varias alcantarillas se encuentran clausuradas por el mismo motivo y otras más se mantienen sin cubrirse.

"Cuando llueve, aquí es un escurridero y las inundaciones sí se han llegado a ver. Las alcantarillas ya están muy saturadas y si a eso le sumas que el techo ya está roto de varias partes, pues es complicado", afirmó con cierta resignación.

A pesar de los problemas, los comerciantes ofrecen su verdura o las cemitas con la mejor disposición posible. Llaman a los clientes y les ofrecen un lugar para sentarse o un pedazo de fruta.

"Pues qué le vamos a hacer, si las cosas están así tenemos que seguir trabajando, de esto nos mantenemos y no hay de otra más que seguir para adelante", concluyó María Vázquez Saldaña, quien preparaba una cemita con bastante aguacate, mientras tenía una sonrisa en su rostro.