A unos pasos de la Estrella de Puebla se ubica una colonia que dista mucho de la imagen de progreso y modernidad que publicita el gobierno del estado con el símbolo de la rueda de la fortuna. Se trata de la colonia San Miguel de la Rosa y entre sus principales problemas es la falta de unión que hay entre sus colonos pues, al ser un territorio entre el municipio de Puebla y San Andrés Cholula, las opiniones se dividen. Lo que es un hecho es que, en la actualidad, la colonia se encuentra en el limbo, así lo aseguran sus habitantes quienes se muestran divididos, ya que por un lado hay quienes reclaman su olvido al gobierno de San Andrés Cholula; mientras que por otro lado, hay quienes exigen al municipio de Puebla que cumpla con sus obligaciones, al ser una colonia ubicada en una zona bajo su dominio. Las calles de San Miguel lucen invadidas por las plantas que al parecer hace mucho nadie pasa a cortar. Algunas de las banquetas ya son intransitables por la vegetación que hay en ellas, el escombro de las construcciones también funcionan de barricadas para los pasos de los peatones y algunos puestos terminan de poner los obstáculos para cualquiera que camine por ahí. Desde cualquier cabina de la Estrella de Puebla se puede ver esa colonia que sirve de contención entre el Río Atoyac y la zona de Angelópolis. Los bordes del cuerpo de agua no se diferencian de lo que ocurre en cualquier otro punto de la ciudad por donde pasa el río. La basura se acumula en las orillas y el olor es fétido en varias partes. Al caminar por las calles, llama la atención que ninguna vialidad se salva de tener basura; al parecer, el servicio de limpia no tiene detectada esta parte de la ciudad y la basura termina acumulándose en las alcantarillas o, simplemente, se la lleva el viento o el agua del Atoyac. Por las calles camina con su bastón José Juan Pedraza Mendoza, quien no duda en afirmar que estaban mejor cuando la colonia pertenecía a San Andrés Cholula, pues los servicios eran mejores y la organización era mucho más sencilla, ya que tenían ubicados los lugares a los que se debía acudir. Señala las oficinas donde se ubican los servidores del municipio y el edificio luce abandonado y sin indicios de que el Ayuntamiento capitalino lo rescate. Agrega a su declaración que los impuestos en Puebla son mucho más caros y pone como ejemplo el precio del agua, pues antes, cuando eran de Cholula, pagaban 800 pesos anuales y, ahora con Puebla, pagan cerca de 2 mil 200 pesos. El mismo aumento se dio con el impuesto del predial que en ocasiones representa cerca de 6 mil pesos. En este sentido, María Luisa Cruz Quintero no duda al decir que la colonia todavía pertenece a San Andrés, pero no por la defensa que han hecho los servidores públicos, sino por la lucha que han dado los colonos. Asegura que los impuestos altos son una estrategia para que la gente pobre de la colonia no le quede de otra más que vender y en un futuro la zona sea aprovechada por las inmobiliarias y construyan complejos residenciales de una plusvalía mucho mayor. La mujer afirma que por tener una resistencia a los planes del gobierno estatal, la colonia ha sido perjudicada en distintos aspectos. Uno de ellos son los servicios, y por ello las calles lucen como están en la actualidad. La misma opinión expresó Pedraza Mendoza, pues dijo que desde que hubo el intento de cambio de municipio, la colonia ha ido a la baja de manera abrupta. Al caminar por otras calles de la colonia, un cable de luz hace que las personas se cambien de banqueta, porque está tan colgado que alcanza a tocar la acera. Cerca del cable toma el sol un señor de edad avanzada de nombre Julio Huanetl Mixcóatl y quien opinó que la delincuencia ha tomado de refugio a la colonia. A este problema, agregó Julio, se le suma el del suministro de agua, pues aunque pagan más por el servicio, el vital líquido les llega cada vez menos. Dijo que, hace unos años, les llegaba los martes, jueves y sábados; sin embargo, ahora sólo llega martes y sábados. Misma queja tiene Manuel Figueroa que, a su vez, confirmó las acusaciones de delincuencia que recaen en la colonia e incluyó a los baches. El efecto de la gentrificación se comienza a notar en las calles de San Miguel de la Rosa, pues por cada tres casas en promedio, ya se comienzan a ver los edificios de múltiples pisos con precios tan altos como la misma construcción. Varios letreros anuncian la compra de predios y algunos de los entrevistados declaran que sería posible que ellos vendieran sus propiedades si la situación no mejoraba para ellos. |