El reloj de la Iglesia de la Virgen de los Remedios marca las tres con treinta minutos y las campanas comienzan a girar, por lo que los presentes alrededor de la zona saben que deben acelerar sus pasos si quieren llegar al inicio de la ceremonia. Pronto aquella cacofonía provocada por las campanas rivalizará con el ruido de la pirotecnia que de vez en vez algún habitante detona. Los pobladores de San Pedro Cholula aparecen poco a poco hasta atiborrar la explanada de la iglesia, pero entre toda su algarabía dejan un espacio por el que iniciará el descenso de su "morenita". Allí, oculto entre trompetas y otros instrumentos de viento, se encuentra Francisco González, quien cuenta que sus primeros recuerdos de la "bajada de la Virgen" pertenecen a la infancia, cuando acompañaba a sus padres. Ahora, con trompeta en mano, Francisco se dice contento de seguir con esa tradición y pertenecer a la banda de música, aunque su rostro transmite cierta molestia al soportar el calor y los rayos del sol. La melodía de las mañanitas toma desprevenido a Francisco por responder preguntas, por lo que espera un par de tiempos y se ajusta al ritmo de los demás integrantes. En ese momento, la figura de la Virgen sale de la iglesia y la gente comienza a formarse detrás de ella para no perder detalle de toda la celebración. Mientras la Virgen desciende por aquel camino sinuoso, la banda de música entona Oh, Maria; sin embargo, aquel canto solemne pareciera reducir el ánimo de los peregrinos. Algunos pobladores lo saben porque dan inicio a la explosión continua de cohetes y por cada detonación que se realiza, alguno de los que prende fuego bebe de una botella, la cual a primera vista pareciera estar llena de tequila. Fotos: Karen RojasEntre aquellos que disfrutan el recorrido, aparece Manuel Díaz, quien relata a este medio a qué se debe esta celebración, "todo esto inició porque en algún momento mucha población de Cholula murió a causa de una epidemia, por lo que en la desesperación a alguien se le ocurrió bajar a la Virgen para que así ya se acabara todo eso, y funcionó". Y pareció que aquel fragmento de historia relatado por Manuel cobra vida, porque ahora una sonrisa se dibuja en su rostro. La procesión detiene su paso al culminar el descenso de la iglesia, es ahí cuando uno de los mayordomos toma la palabra y agradece a todos los presentes por su asistencia, luego se dirige a Dios y recita un Padre Nuestro, para agradece al final a la Virgen de los Remedios por permitirles celebrarla un año más. Los peregrinos reinician su paso y recorren las principales calles de San Pedro Cholula; algunas personas, desde su azotea, arrojan dulces y otro tipo de alimentos a los asistentes, mientras los niños se amontonan para quedarse con la mayor cantidad posible de caramelos. Otros habitantes arrojan pétalos de rosas a las figuras religiosas. El reloj marca las cinco y treinta y la gente no disminuye su ánimo por seguir el trayecto de la Virgen. Mientras que los agentes de tránsito reabren las vialidades por las que la peregrinación ya pasó para dar paso a los automóviles. Y, cuando parece que no hay ningún rezagado, aparece la señora María; sin necesidad de preguntarle ella responde "todavía aguanto el recorrido" y luego revela "yo creo que hoy más que nunca necesitamos del cuidado de Nuestra Señora, ya no hay plagas, pero seguimos teniendo problemas". |