Casandra Bermúdez tiene 18 años de edad, ingresó hace seis años a la Cruz Roja Mexicana (CRM) con el objetivo de ayudar a las personas que viven en una situación precaria y posterior al sismo del 19 de septiembre tuvo que enfrentarse a uno de los retos más grandes de su vida, ser testigo de la vulnerabilidad de la vida. La pérdida de vidas humanas, la caída de casas e inmuebles históricos de la ciudad la hizo reflexionar, y a su corta edad se dio cuenta de lo importante que es ser solidario. Sus padres son paramédicos, de ahí su gusto por ayudar al que más lo necesita, desde muy joven buscó espacios para hacer voluntariado y CRM le dio la oportunidad de ingresar a su movimiento de jóvenes, en donde participan niños y adolescentes en el labor altruista. El pasado 7 de septiembre, se registró en México el segundo sismo con mayor magnitud en toda la historia del país y el más intenso en los últimos años. Con una magnitud de 8.2 grados Richter, el temblor dejó graves afectaciones en los estados de Oaxaca y Chiapas, desde ese momento Casandra empezó a prepararse ante contingencias. En respuesta a la emergencia, la joven voluntaria impulsada por su humanidad, se sumó a los planes de ayuda organizados por la Cruz Roja, para el 14 de septiembre apoyó en centros de acopio y algunos de sus compañeros fueron enviados a las zonas afectadas. Estaba orgullosa de ella misma, pues había logrado uno de sus objetivos en esta Institución, que era dar todo de sí misma para el beneficio de la sociedad, no sabía que pronto un nuevo reto se iba a presentar en su vida. A las 13:14 horas del pasado 19 de septiembre con epicentro en Axochiapan, Morelos, se registró un nuevo sismo de 7.1 grados Richter, que causó severos daños en Puebla, particularmente en los municipios de Izúcar de Matamoros, Chietla, Atlixco y la capital poblana. La Cruz Roja convocó a un operativo para la atención de emergencia y poder brindarle asistencia a la población, por lo cual Casandra como voluntaria tuvo que ir a las comunidades, brindar apoyo y posteriormente repartir despensas. "Llevamos despensas y artículos de higiene, las familias me decían que estaban muy agradecidos porque no todos pudieron llegar hasta donde fuimos, que era casi la frontera con Acamilpa, Morelos, se veía la presencia de Cruz Roja", mencionó. Todas estas experiencias que se suscitaron en los últimos meses, la ayudaron a forjar su carácter, las anécdotas que escuchó la hicieron darse cuenta de que es afortunada y ante la adversidad siempre va a salir adelante. Cuando se estabilice la situación que dejó el sismo, seguirá apoyando a los adultos mayores que están en asilos, a huérfanos y brindará su tiempo en las comunidades más necesitadas. Como Casandra, existieron más voluntarios que entregaron su tiempo y esfuerzo para apoyar a los damnificados por ambos movimientos telúricos, por tal motivo, la presidenta del Consejo Directivo de Cruz Roja, Paula Saukko Murrieta, hizo entrega de reconocimientos; además, agradeció la cadena humanitaria de jóvenes voluntarios que hicieron posible el altruismo. |