Jueves 10 Mayo 2018

"Mis niños me respetan como madre y policía"

Su rostro refleja fuerza, valentía y juventud, con tan sólo 27 años, Alma Aguilar Cruz ya es madre de 4 niños. Decidió ingresar a la Policía de Tránsito Municipal porque su carrera en Derecho se vio truncada y siempre quiso servirle a la ciudadanía para darles un buen ejemplo a sus hijos.

A los 19 años tuvo a su primer niño, estaba enamorada y al igual que otras mujeres pensó que la relación iba a durar para siempre, sin embargo, cuando finalizó su compromiso, tuvo que hacerse cargo de su familia. Revisó la convocatoria de la Policía Municipal y su perfil cumplía con todos los requisitos, fue a dejar sus papeles y tiempo después le notificaron que había sido seleccionada.

"Ingresé a la Academia y en mayo del 2012 que me recibí. Me gusta servir, me gusta quitar la imagen de que todos los policías son malos, porque la verdad es que hay muchos que son buenos. Para mí es un honor trabajar para Puebla", compartió.

Como mamá joven tuvo muchas dificultades en el camino, principalmente problemas económicos, pero actualmente, su trabajo la impulsa a tener una mejor calidad de vida y al ver a sus hijos recibiendo educación, comida y vestido, se da por satisfecha.

Ser madre y policía es una responsabilidad muy grande, pero a su vez le ha dejado muchas satisfacciones. Alma a veces llega muy cansada a su casa, estresada por la jornada laboral, no obstante, cuando ve a sus hijos y la reciben con una sonrisa, sabe que todo valió la pena.

Su familia la ha apoyado para que coordine el trabajo de policía y sus tareas de madre, en sus días libres trata de recuperar todo el tiempo que está ausente.

"Sin el apoyo de mi familia yo no podría, es más, no hubiera logrado todo lo que he hecho. Afortunadamente cuento con mis padres y hermanos que me echan la mano cuidando a mis niños. Les dan de comer y los ayudan a hacer la tarea", mencionó.

Cuando llega a tener la oportunidad de ir por sus niños a la escuela, ellos se emocionan al verla con el uniforme, los compañeros de sus hijos le hacen muchas peguntas y algunos de ellos le dicen que cuando sean grande quieren ser como ella.

"Mis hijos están fascinados con mi trabajo, siempre presumen que su mamá es policía. Al llegar a la casa me quito el uniforme pero simbólicamente siempre está ahí, a mis niños también les enseño valores aunque no esté trabajando. Para mí el ser policía influye demasiado en su educación, han aprendido a respetarme como mujer, como madre y como uniformada", agregó.

Alma porta el uniforme con mucho orgullo, aún así no deja de maquillarse y mostrar su feminidad, en ocasiones los ciudadanos multados le echan piropos pero ella siempre muestra un temple de acero, pues sabe que su trabajo antes era considerado exclusivamente para hombres y debe darse a respetar como oficial y como fémina.

Con el paso de los años, Alma se ve con un grado mayor dentro de la policía municipal, está dispuesta a retomar su carrera, seguir aprendiendo, adquirir experiencia y tal vez, en un futuro, tener un rango alto dentro del gremio estatal."Yo no me quiero quedar estancada, quiero crecer aquí y seguir estudiando", expresó.

A sus hijos que tienen 2, 4, 6 y 8 años, les dijo que está feliz por tenerlos en su vida, les confesó que estos años no han sido fáciles, pero ellos son su motor para levantarse todos los días. No descarta que en algunos años, opten por dedicarse a servir a la gente y si deciden ser policías, los apoyará.

"A mis hijos les digo que todo lo que hago es para que algún día tengan una carrera universitaria. A mis compañeras que son madres, las invito a echarles ganas, a nunca darse por vencidas y que vivan todos los días como si fuera el último, trabajando con los valores que nos enseñaron y dando todo nuestro esfuerzo por la familia", concluyó.

"No es fácil ser madre y atender tu profesión"

Si de por sí ser madre trabajadora es complicado, para una mamá tener un empleo en el que se arriesga la vida o se tiene que pasar un día entero fuera de casa lo es más, sin embargo, hay mujeres que se atreven a hacer ese tipo de trabajos por la satisfacción de poder ayudar a alguien más, tal es el caso de Rosa Isela Domínguez Flores, paramédico de la ambulancia de Protección Civil y Servicios Prehospitalarios del ayuntamiento de Texmelucan.

Rosa Isela tiene 27 años de edad, desde hace tres años labora como paramédico para el ayuntamiento de San Martín.

Un poco nerviosa por contar su vida pero con el rostro alegre, Domínguez Flores relata que tiene un hijo de 7 años y vive con su marido, quien la apoya en todo momento para que pueda ejercer su profesión de Técnico en Urgencias Médicas (TUM) de la cual asegura sentirse afortunada por poder desempeñarse en algo que le gusta y le apasiona.

Recuerda que desde niña le llamaba mucho la atención el ruido que hacían las sirenas de las ambulancias al pasar; pero ya más grande descubrió que existía la carrera de Técnico en Urgencias Médicas y que eran las personas que iban a bordo de ellas para brindar servicio y auxilio a la gente.

Se dice afortunada porque su marido la alentó a estudiar la carrera de TUM, profesión de la que se siente orgullosa y satisfecha de poder ejercerla, aunque a veces ha sido duro desempeñar el doble papel de madre y trabajadora.

Un momento difícil para ella fue hace tres años cuando entró a trabajar, en ese entonces su hijo tenía apenas 4 años de edad y fue complicado para él entender que de repente su mamá ya no estaría todos los días a su lado, pues debe cumplir con turnos de 24 horas por 24 de descanso.

Cuando ingresé al trabajo a mi hijo le costó entender que yo tenía que trabajar, no comprendía cómo si siempre estaba yo en casa y dormía en casa, de pronto un día no estaría yo y al otro sí, y luego no, eso fue difícil para él, ahora ya lo entiende mejor pero a veces me reclama porque no estoy con él en fechas importantes como fiestas y cumpleaños o en diciembre cuando todas las familias están juntas , yo tengo que trabajar porque es cuando más servicios se requieren, o luego me dice: "mamá se la pasa trabajando", sobre todo cuando tengo que duplicar turnos y no llego a casa, nos cuenta con cierto tono de melancolía.

A diferencia de otras madres que deben trabajar, ella se siente apoyada por su marido, porque cuando debe cubrir su turno de 24 horas, él es quien se encarga de su hijo, de llevarlo a la escuela y hacer las tareas, además de que tiene el apoyo de sus padres y sus suegros para cuidarlo.

"Hay cosas del trabajo que te marcan, como llegar a un servicio y que la persona no tenga signos vitales y ver a sus familiares o tratar con niños, pienso en mi hijo y que no estoy con él", señala.

Pero también dice que hay situaciones muy placenteras en su trabajo y es el poder ayudar a otras personas.

Es muy satisfactorio que la gente te mire a los ojos y te de las gracias, se te eriza la piel por la forma en que te agradecen la ayuda o simplemente por llevarlos a algún traslado o servicio médico, afirma con emoción.

Ya más relajada confesó que con el incremento de la violencia en el municipio a veces siente temor, sobre todo cuando reciben algún reporte de alguien herido con arma de fuego, porque desconocen como esté el ambiente a donde deben acudir, pero su labor es ayudar a la gente sea cual sea la razón "Me duele la situación que están pasando, a lo larga de la historia han existido muchas mujeres que han luchado y algunas de ellas han dado todo por nuestra causa, precisamente para que las mujeres y niñas vivamos libres de violencia. Al terminar la plática, la paramédico es firme y enfatiza que ya con la experiencia y aún si pudiera cambiar de profesión no lo haría.

Rosa Isela se despide recordando a todas las madres que trabajan que no hay límites más de los que uno mismo se impone. "Que Dios las bendiga a todas, no es fácil ser mamá y trabajar y no ver a los hijos, hay que compensar muchas cosas", finaliza.