No me cabe duda. Ninguna. Rafael Moreno Valle está armando un cacicazgo en Puebla. Eso es malo para el estado y también lo puede ser para el país, afirma Andrew Paxman, historiador y periodista inglés radicado en México, a propósito de su trabajo como coordinador del libro Los Gobernadores. Caciques del pasado y del presente (Grijalbo, 2018). En entrevista con El Popular, diario imparcial de Puebla, afirma que varios gobernadores han podido ejercer un poder caciquil en sus estados básicamente por dos razones: una de ellas es que se trata de factores culturales,: tras la Revolución entraron en la política muchos exmilitares que eran caudillos y se convirtieron en gobernadores. Gente como Ávila Camacho en Puebla y Gonzalo N. Santos, en San Luis Potosí, establecieron precedentes para un comportamiento caciquil. Sobre el libro, que describe la historia de corrupción en exgobernadores como Eruviel Ávila, Rafael Moreno Valle Rosas, Javier Duarte, Miguel Ángel Osorio Chong, Ivonne Ortega Pacheco y Andrés Manuel López Obrador, como jefe de Gobierno del ya desaparecido Distrito Federal, comenta que encontraron en la autonomía de sus estados formas para enriquecerse del erario y coaccionar tanto a la prensa como a los congresos locales. Sobre el libro Los Gobernadores, ¿cómo hiciste la selección de los gobernadores o ahora ya exgobernadores? - Tenía interés en hacer más trabajo sobre Maximino Ávila Camacho porque cuando estaba investigando a William O. Jenkins (1878-1963) para mi segundo libro (William Jenkins, élites empresariales, y la evolución del estado mexicano: 1910-1960), investigué mucho también a Maximino, el amigo político más importante de Jenkins. Los dos, durante la gubernatura de Maximino y los años que le quedaban cuando estaba en el gobierno federal, tenían una relación simbiótica: Jenkins hacía favores a Maximino y Maximino hacía favores a Jenkins. Mucho del material que tenía sobre Maximino no cabía en el libro de Jenkins. Entonces, como era una persona tan fascinante, un gobernador tan brutal, tan dentro del caciquismo, tan abusivo de su posición en cuanto a lucrar de su posición, en cuanto a usar la violencia con fines políticos, en cuanto a comportarse de una manera definitivamente anti democrática, ese señor merecía otro tratamiento. Esa es una cosa y la otra es que hace un año, cuando estuve armando este proyecto de Los Gobernadores: caciques del pasado y del presente, la otra inspiración era que durante los últimos años los gobernadores han sobresalido de una manera no sólo nacional sino internacional, por causas muy lamentables. Estamos hablando de Javier Duarte, (Tomás) Yárrington, (Roberto) Borge, (Rubén) Moreira, muchos gobernadores y ex gobernadores que han abusado de sus posiciones en cuanto a desvío de fondos, pero también por cultivar un ambiente de violencia en sus estados o dejado crecer un ambiente de violencia. Empecé a pensar sobre estos gobernadores y qué puedo aportar yo como historiador para un mayor entendimiento, porque en la prensa a veces se les ve como unos monstruos, como políticos que manchan la reputación de México, la reputación de la política mexicana. A mi juicio es demasiado fácil tacharlos como monstruos, hay que entender su entorno, hay que entender la cultura del gobierno a nivel estatal de este país y ahí los historiadores podemos ofrecer algo. Se me ocurrió que podríamos tomar el ejemplo de varios gobernadores que no sólo tenían un amplio perfil público sino que también estaban declarando su intención de competir para la presidencia de la República. A principios del año pasado Ivonne Ortega Pacheco, gobernadora de Yucatán; Rafael Moreno Valle, de Puebla; Miguel Ángel Osorio Chong, de Hidalgo; Andrés Manuel López Obrador, jefe de gobierno del exDistrito Federal, y Eruviel Ávila, del Estado de México, habían declarado su interés en ser candidatos. Hemos visto un síntoma del creciente poder de los gobernadores: entre 1952 que terminó el periodo de Miguel Alemán, ex gobernador de Veracruz, y el año 2000, cuando entró Vicente Fox, hubo 48 años de presidentes que no tenían experiencia, pero Fox sí la tuvo en Guanajuato, Enrique Peña Nieto también en el Estado de México y me pareció una buena estrategia perfilar a esos cinco ex gobernadores que tenían la esperanza de llegar a Los Pinos, más Javier Duarte por ser el gobernador más, digamos, abusivo y odiado, y tratar de entenderlos en su contexto y también como seres humanos. En cada caso identifiqué a un gobernador pos revolucionario del mismo estado, cuyo perfil podría aportar información o una manera de entender la cultura política en Veracruz, Hidalgo, Puebla… Cómo es entender a Moreno Valle en su contexto, en su entorno, cómo es entender a Javier Duarte que es el caso más grave de todos o al menos del que más se sabe -Estos señores de comportamiento caciquil han surgido y han podido ejercer un poder caciquil en sus estados básicamente por dos razones: la primera es una cuestión de factores culturales, tras la Revolución entraron en la política muchos exmilitares que eran caudillos y se convirtieron en gobernadores. Gente como Ávila Camacho en Puebla y Gonzalo N. Santos, en San Luis Potosí, establecieron precedentes para un comportamiento caciquil. Si ve uno la cultura política de aquel tiempo una de las frases más llamativas de la época fue "la Revolución me hará justicia". La idea es que 'como he servido al país batallando en la Revolución, voy a recibir una recompensa'. Entonces una gubernatura es una recompensa y con ella está la posibilidad de lucrar, de enriquecerse. También surgía el ejercicio selectivo de la violencia, la "mano dura" fue aceptable porque aún se vivían tiempos violentos. Las rebeliones ocurrieron en los años veinte y treinta del siglo pasado y el hecho de que gran parte del campesinado anduviera armado, porque habían conservado sus armas tras la revolución, causó que se ejerciera selectiva o no tan selectivamente la violencia para consolidarse. Esos conceptos de "mano dura" quedaron en la cultura popular, al menos implícitamente, como maneras aceptables de un comportamiento caciquil que incluye otras facetas como la cooptación de la prensa y el Congreso locales; pero de aquí vamos de la cuestión cultural a la cuestión estructural: básicamente desde los años treinta y hasta mediados de los noventa, el presidente de la República conservaba suficiente poder para quitar a cualquier gobernador por emplear un exceso de violencia o cometer actos excesivos de corrupción: Miguel Alemán, por ejemplo, se deshizo de varios gobernadores; Carlos Salinas se deshizo de varios gobernadores. El caso más reciente ocurrió con Ernesto Zedillo: fue el de Rubén Figueroa en cuyo gobierno se cometió la masacre de Aguas Blancas y eso resultó en su caída, por órdenes presidenciales. Zedillo también era un reformador demócrata; durante su sexenio se hicieron varias reformas legales que empezaron a permitir a los gobernadores más autonomía, reformas hacendarias, por ejemplo; se flexibilizó el uso del presupuesto a nivel estatal, había más discreción de los gobernadores en cuanto a cómo iban a gastar lo que recibían del gobierno federal. En 1997 el PRI perdió su mayoría en el Congreso federal y su mayoría en el Senado que había funcionado como un contrapeso en tanto que conserva el derecho de desaparecer los poderes políticos en un Estado. Varios gobernadores, a mediados del siglo XX, eran destituidos por ese mecanismo o por la amenaza del presidente para emplearlo. A partir del 97 ya no hay mayoría de ningún partido y eso obstaculiza cualquier esfuerzo federal para quitar a un gobernador que esté cometiendo abusos o generando muy malas noticias: eso sucedió aquí en Puebla en el caso de Mario Marín Torres, cuando surgió el escándalo del "góber precioso" y que había mandado policías a Quintana Roo para secuestrar a Lydia Cacho: había mucho reclamo público, también en la prensa, pero no se pudo hacer nada porque el PRI rehusó unirse con el PAN para forzar la renuncia de Marín ¿Por qué lo hizo? Porque los gobernadores ejercen un poder significativo sobre los procesos electorales en los estados y le convenía al PRI mantener a Marín en Puebla, mantener a Ulises Ruiz en Oaxaca, otro abusivo de derechos humanos, a pesar de lo vergonzoso de su comportamiento. Ambos, Marín y Ruiz, ejercían mucha influencia en temporadas electorales. Entonces, es una combinación de cultura arraigada en la forma de pensar de los gobernadores, que se hereda generación tras generación, y la caída o el declive de mecanismos federales de contrapesos que puedan remover o brindar al presidente la posibilidad de mover a un gobernador. ¿Estas reformas que hizo Ernesto Zedillo, tanto hacendarias como de otro tipo, le dieron más poder a los gobernadores o sencillamente los gobernadores no estaban capacitados para llevar gobiernos más democráticos? -Es muy buena pregunta. Creo que Zedillo lo hizo en buena fe, pero eran reformas algo ingenuas. La paradoja de la democratización de México bajo Zedillo: era el gran democratizador, fue gracias a él que ocurrió la alternancia, la gran ironía es que usó un proceso contrario a nivel estatal por dar a los gobernadores mayor autonomía. Hay ciertos matices que hay que tomar en cuenta, por ejemplo, si el gobierno federal es del PRI y el gobernador es del PAN es saludable porque antes del 2000 el gobierno federal podía hacer la vida muy difícil a un gobernador de la oposición en un estado. Hay ciertos ejercicios de la autonomía de los estados, el problema es que si hablamos de autonomía financiera tiene que haber contrapesos y transparencia a nivel estatal y eso no existe o existe muy poco. La ley federal de transparencia que funciona más o menos bien iba a dar lugar a leyes estatales, pero varios gobernadores demoraron mucho en formularlas y lo que diseñaron tiene suficientes huecos para que siguieran encubriendo gran parte de sus actividades y sus gastos. Otros mecanismos supuestamente de contrapeso a nivel estatal no funcionan: las fiscalías, por ejemplo, frecuentemente es un nombramiento del gobernador o del Congreso, pero como el gobierno tiene control del Congreso indirectamente es un nombramiento de él; las comisiones estatales de derechos humanos están bajo control por lo menos indirecto del gobernador, la prensa local, que se supone es un gran contrapeso en cualquier sistema político, también está bajo control del gobernador; eso lo hemos visto de manera espectacular bajo el gobierno de Rafael Moreno Valle. No recuerdo en la historia del país, que una esposa se atreviera a deslindarse de su esposo, como en Puebla - ¿Te refieres a Martha Erika? No he estado siguiendo muy cerca el caso poblano en la actualidad, pero no me sorprendería que las declaraciones de Martha Erika sean un truco de teatro político. No me cabe duda, ninguna, de que Rafael Moreno Valle está armando un cacicazgo en Puebla: empieza con su propio sexenio, sigue con el nombramiento de Antonio Gali para poco menos de dos años, y luego los intentos de imponer a su esposa como gobernadora. Eso es malo para Puebla y también lo puede ser para el país, porque vemos lo que estaba haciendo Moreno Valle financiando espectaculares por todo el país anunciando su libro, sus memorias, que se supone eran anuncios pagados por la casa editorial, pero las casas editoriales de México no tienen esa cantidad de dinero. Obviamente el pago de esos espectaculares venía de Moreno Valle. ¿De dónde viene el dinero? Es cierto que su papá es rico y no está comprobado, pero también es ampliamente sospechado que durante su gobierno estaba lucrando no para conducirse como otros o como Javier Duarte, sino para canalizar fondos a su cofre de campaña presidencial, una campaña que básicamente se estancó cuando Anaya fue nombrado candidato del PAN, pero se va arrancar de nuevo en cinco años. No lo dudo, va a ser candidato en 2024, las fuentes mejor informadas con quien yo he platicado en meses recientes cuentan que Moreno Valle ha lucrado de tres fuentes principales; yo debo enfatizar que son alegatos no comprobados, pero a mi juicio tienen sentido: uno es haberse beneficiado con la expansión de la ciudad de Puebla hacia el sur en el sentido de que las compras de terrenos hechos por el estado han permitido al gobierno de Moreno Valle tomar una parte del precio de venta de esos terrenos y subsecuentemente a las compañías desarrolladoras, esa es una, la segunda es el apoyo de varios empresarios poblanos que, me imagino, eran apoyos a fuerzas a regañadientes, y tercero, que es un alegato también, la protección indirecta de los huachicoleros, que es un negocio enorme en Puebla, uno de los estados donde más tomas clandestinas de petróleo hay; también está el hecho de que esa tendencia aumentó enormemente bajo el gobierno de Moreno Valle con pocos intentos de la policía estatal para controlarlo, eso sugiere que hay protección política y que había y que hay y sigue habiendo un lucro que va, se puede suponer, a Moreno Valle por medio de varios intermediarios. ¿Cómo es posible que se desarrolle un cacicazgo?, ¿le faltan a la sociedad mecanismos para defenderse?, ¿hay una apatía social? -Yo creo que son muy pocos los mexicanos o los poblanos, y esto no es una crítica, es nada más una observación, que hacen caso a la prensa nacional. El hecho de que un gobernador pueda controlar gran parte de la prensa local, que incluye la radio y la televisión. A pesar de que Televisa ya no es el dueño del tiempo libre de los mexicanos, como decía Carlos Monsiváis, en Puebla está en el negocio con Moreno Valle. Entonces, si televisión, radio y la mayor parte de la prensa están en el bolsillo de Moreno Valle, ¿de dónde van a sacar información confiable los poblanos? ¿Crees que algún día se terminen los cacicazgos en un país como México? -No hay una sola solución, tiene que haber varias: primero el gobierno federal debe reformar las leyes hacendarias bajo las cuales se canalizan fondos y finanzas a los estados; tiene que haber más transparencia, más rendición de cuentas; tiene que haber una prensa más libre y para fomentar una prensa más libre de nuevo hay muchos actores. Estamos hablando de que haya un gobierno tanto federal como estatal que reduzca su gasto oficial en publicidad para que los periódicos vuelvan a depender más de la publicidad no oficial y por lo menos no sentir la obligación de autocensurarse. Los periodistas, especialmente los periodistas de renombre deben resistir las ofertas por medio de empresarios y otros que quieren fundar nuevos periódicos y unirse. Los periodistas deben resistir la tentación del dinero fácil, deben estar preparados y dispuestos a rechazar esas ofertas. La otra reforma que hay que hacer, y no sé cómo, es que el gobierno federal ayude a esas instituciones a nivel estatal, como las comisiones estatales de derechos humanos, las fiscalías y los institutos locales electorales, a consolidar a su autonomía. |