La edad no impide, pero pasa factura: Miguel Camacho Cerezo
La muerte no tiene edad, pero a Don Migue, como lo llaman en el Inapam, le causa tristeza hablar de que en algún momento, tenga que morir
"Nos parábamos a las 4 horas los domingos, pedimos un viaje de arena y piedra de río, ella echaba veinte botes de granzón, yo llenaba los bultos de cemento y en unos moldes que me mandé a hacer empezamos a hacer los bloques para construir nuestra casa", contó Miguel Camacho Cerezo de 80 años de edad. Desde los quince años supo lo que era trabajar y lo demostró durante 35 años en una embotelladora, donde se desempeñó como almacenista, repartidor y chofer vendedor; sin embargo, cuando la empresa cerró tuvo que cambiar de trabajo y laboró 13 años más, por lo que al término fue pensionado, estos trabajos le dejaron como saldo un mal en la rodilla por cargar tanto tiempo cajas; sin embargo, esto no fue impedimento para que después de sus 48 años de trabajo quisiera buscar uno nuevo, pero el sueldo de 100 pesos por 12 horas no terminaba de convencerlo. Pero quien tuvo la última palabra fue su esposa, a quien describe como "la mejor compañera que Dios le dio", pues es ella quien lo ha procurado durante décadas de matrimonio, además de impulsarlo y aconsejarlo cuando la situación lo amerita; fue así como lo convenció de que aprendiera a arreglar electrodomésticos, razón por la que hoy está en el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (Inapam) impartiendo el taller Terapia Ocupacional y Reparación de Electrodomésticos Menores. Lo llamó así porque les deja tarea a sus compañeros "para que no se duerman viendo la televisión y luego ya están bien gordos"; en dicho taller enseña a los adultos mayores a reparar los aparatos de su casa, además de recibir los de otras personas y obtener un ingreso más a su bolsillo, pues a nadie le cae mal, aunque no tiene queja alguna de su pensión ya que puede sustentarse y a su compañera de vida. La muerte no tiene edad, pero a Don Migue, como lo llaman en el Inapam, le causa tristeza hablar de que en algún momento, ya sea él o doña Mago, tengan que morir, pues durante el tiempo que llevan juntos se han complementado muy bien, tanto que su esposa le aconsejó que construyeran un cuarto para el que se quede solo, razón por la que juntos hicieron 5 mil bloques para esa nueva casa. "Mi esposa, con una visión más adelante, dijo 'vamos a hacer un cuartito allá atrás por si te mueres tú o me muero yo, rentamos el departamento, nos vamos al cuartito y no nos andamos parando en la casa de ningún hijo'", dijo entre lágrimas Camacho Cerezo. Dado que los bloques no fue el único material que se necesitaba para construir el inmueble, su esposa le daba los ingresos que obtenía al hacer suéteres de acrilán, al darse cuenta que no le alcanzaba para el resto de herramientas. Aunque la edad no es un impedimento, acepta que pasa factura, pues hoy en día como parte de su rutina, el doctor le ha recomendado no caminar largas distancias; por lo que aconsejó a las generaciones jóvenes cuidar su alimentación, ejercitarse y educar con principios y valores. |