“Aprendemos a vivir sin Mara”

El 25 de junio, Mara hubiera cumplido 20 años, para Gabriela Miranda, su madre, este año ha sido el más difícil de su vida

 “Aprendemos a vivir sin Mara”
Karen ROJAS | La familia creía que Mara en un futuro iba a llegar a ser diputada, alcaldesa o hasta gobernadora de Veracruz.  “Aprendemos a vivir sin Mara”

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Memorias del Crimen

Enviadas, Xalapa, Veracruz - “No es una cifra más”, pues detrás del nombre de Mara Castilla Miranda está la historia de una vida apagada, una familia en duelo y muchos sueños que no se podrán concretar.

El 25 de junio, Mara hubiera cumplido 20 años, para Gabriela Miranda, su madre, este año ha sido el más difícil de su vida, pero al mismo tiempo el recordarla ha sido el motor para exigir justicia.

Gabriela Miranda aceptó que Mara era su hija consentida, era la “luz de la casa”. Su pérdida también afectó a sus hermanas, pues Karen, la hermana mayor, perdió a su mejor amiga y Julieta no volverá a ver a su confidente y a su ejemplo a seguir.

“No ha sido nada fácil, porque fue un hecho repentino y horrible que nos cambió la vida en todos los sentidos. Lo que estamos haciendo ahorita es aprender a vivir sin ella porque no es fácil perder a un ser querido y más como le ocurrió”, comentó.

A toda la familia le está costando superar su muerte. Lo más difícil ha sido tener que aceptar que ya no la volverán a ver. La etapa de duelo “ha sido un mar de emociones” por momentos la mamá de Mara siente un vacío dentro de su cuerpo, pero sus otras dos hijas son el impulso para salir adelante. La mejor receta ha sido recordar a Mara como la joven soñadora y feliz que era.

A Mara le gustaba ir al cine, participar en festivales, bailables, concursos y “hasta en donde no la llamaban iba”, platicó la señora Gabriela. Era una joven inquieta, con ganas de vivir, aunque era impuntual.

“Me decía: ‘mamá tengo que ir disfrazada de catrina’, y le decía que ya estaba en la prepa, pero me respondía que pedían voluntarios y pues levantaba la mano. Entonces la apoyaba, era su personalidad”.

De niña practicó tenis, también estuvo en clases de natación, pero su técnica no fue buena y optó por dejarlo. Sabía inglés y siempre le gustó cuidar su cuerpo, iba de manera frecuente al gimnasio. “Siempre fue muy amiguera, tenía muchos amigos. La casa estaba llena de sus amistades aunque estaban mis otras hijas y eso era de casi todos los días”, dijo.

Mara estaba decidida a estudiar Ciencias Políticas, sus padres valoraron las ofertas educativas y decidieron que la mejor opción era en la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP) en donde su hermana Karen ya llevaba gran parte de la carrera cursada. La joven quería involucrarse en la política para “hacer un cambio” pues no le gustaba la situación en el país. Quería mejores oportunidades para las mujeres, niños y para todos los mexicanos.

La familia creía que Mara en un futuro iba a llegar a ser diputada, alcaldesa o hasta gobernadora de Veracruz. “Creímos que Puebla era una buena oportunidad para que ella estuviera en una escuela de reconocimiento académico y que al mismo tiempo acompañara a su hermana”, explicó.

La muerte de Mara fue un hecho que conmocionó no sólo a sus familiares, sino al país. Gabriela considera que el feminicidio de su hija movió al país. “Desgraciadamente me di cuenta que todos están expuestos a lo que le pasó mi niña y su caso removió muchos sentimientos y conciencias. Lamentablemente hasta que pasa algo así la gente despierta”, dijo.

Por lo sucedido, la hermana mayor de Mara ha regresado a Xalapa, la universidad le dio la opción de terminar sus últimas dos materias a distancia. “Ella quedó totalmente sin ganas y sin fuerzas de continuar. Ya no tuvo la más mínima intención de seguir viviendo en Puebla. Ha sido por miedo, por todos los recuerdos y por lo que conlleva seguir estando allá. Ya le falta muy poco”, mencionó.

Su vida también cambió en cuanto a seguridad, ya que la familia se ha vuelto más cuidadosa y ya no abordan taxis de ningún tipo ya que hay temor.

No hay un sólo día en que Gabriela no piense en su hija y ese recuerdo le ha dado las fuerzas necesarias para regresar a Puebla a las audiencias, pues hasta el momento no han vinculado a proceso a Ricardo Alexis N., único sospechoso de la muerte de la universitaria. “Con nada vamos a recuperar la vida de Mara pero sí tenemos la firme intención de continuar buscando justicia”, afirmó.

A pesar de que las autoridades le brindaron apoyo, cree “que les faltó mucho por hacer”. Aún así, la familia “no le ha perdido la fe” a las instituciones y quieren que se active la Alerta de Género en Puebla, pues están al tanto de que la cifra de feminicidios no ha reducido en el estado. “No nada más me estoy confiando a que ellos hagan su trabajo solos, sino que tanto su papá como yo, estamos muy al pendientes del caso. Estamos de cierta manera presionando, platicando con los agentes del Ministerio Público y asistiendo a la Fiscalía con continuidad”, acotó.

La exigencia es que haya un culpable y esperan que les notifiquen que Ricardo N., estará mucho tiempo en prisión “para sentir un poco de alivio”.

Toda esta semana y hasta el 15 de septiembre se realizarán oraciones en la casa de la familia, ubicada en Xalapa por el cabo de año. Este medio asistió al hogar donde vivió Mara antes de vivir en Puebla, y aunque su cuarto ya fue modificado, en varios puntos de la casa hay un espacio dedicado a su memoria.

Al entrar a su hogar se observa un altar con flores, velas y fotografías de Mara. Además, su mamá reconstruye un collage que Mara tenía en su cuarto.

Ha pasado un año desde su partida y la familia cree que Mara cumplió con su objetivo de dejar huella y hacer conciencia para un mundo mejor.