Calaveritas, el dulce sabor de una tradición

Por tres generaciones la familia Quintana se ha encargado de elaborar hasta 100 mil piezas cada año en temporada de Día de Muertos

Calaveritas, el dulce sabor de una tradición
Karen ROJAS | Emilio Quintana ha dedidcado su vida a conservar viva la elaboración de los dulces. Calaveritas, el dulce sabor de una tradición

La vecindad Podcast

Memorias del Crimen

El arte de elaborar calaveritas de azúcar para día de muertos es una tradición que poco a poco se ha perdido en las últimas generaciones; sin embargo, persiste gracias al trabajo de dulceros como Emilio Quintana Ramírez, del taller de dulces típicos El Colibrí, ubicado en la calle 6 Norte en el Centro Histórico de la capital poblana, quien asegura que con estos alimentos se recuerdan a los seres queridos.

Este año, él en compañía de su esposa, Cecilia Reyes y nietos, van a elaborar alrededor de 20 mil piezas de calaveritas y detalló que además de la venta en la ciudad, cubren pedidos para Estados Unidos a donde envían alrededor de 7 mil piezas de diferentes tamaños.

Quintana Ramírez señala que la elaboración para una primera etapa de 100 calaveritas lleva un proceso de cuatro días y los costos varían dependiendo el tamaño y el decorado, pueden oscilar entre los 10 y los 150 pesos.

El procedimiento consiste en mezclar el azúcar y el crémor, después se hierve y cuando está todo líquido se pasa a los moldes. Una vez que los moldes están tibios se deben colocar en agua fría, retirar las calaveras y dejar que endurezcan, este proceso es el más tardado. La decoración es la parte favorita de la familia Quintana porque es cuando más "sale su inspiración", les gusta que sean de muchos colores para que sean más llamativas.

"Llevo haciendo esto por más de 40 años, es una tradición familiar, soy la tercera generación en hacer las calaveras de azúcar. Empezó con mis abuelos, mis papás y ahora yo y un hermano", relató.

En entrevista con El Popular, diario imparcial de Puebla, Quintana Ramírez considera que la tradición de hacer calaveritas se está perdiendo, pues en años anteriores se vendían más de 100 mil calaveras y en años recientes el tope es de 20 mil.

A su parecer, esto se debe a que ya no hay lugares de venta, también ya no hay tantos dulceros como antes y muchas personas ya no ponen su ofrenda a sus difuntos como solían hacerlo.

"Hay muchas situaciones, quitan los mercados, en esta época hacen operativos y no dejan vender dulces en las calles, arriman a la gente y además las familias poco a poco han perdido la tradición", lamentó.

Para este dulcero, mantener las costumbres, poner la ofrenda y colocar las calaveritas es importante ya que así se mantiene la identidad mexicana, se da trabajo a los ciudadanos y aportan a la economía local.

"Últimamente veo a los niños más emocionados por los Halloween y todo eso que no es de México, está bien que lo hagan pero sin perder nuestras costumbres, sin darnos en la torre, porque esta actividad es de las más ricas en todo el mundo, siempre el Día de Muertos se admira en muchos lados", acotó.

Cree que las calaveritas no sólo se pueden poner en las ofrendas, sino que las pueden regalar a un amigo, un familiar y en la cabeza de la calavera poner una frase chistosa para alegrar el día.

Por ahora Emilio Quintana da talleres a los niños de diferentes escuelas primarias para que se interesen en el origen de las calaveritas, sepan por qué se ponen en la ofrenda y con ello enseñarles un poco de la cultura mexicana.

Aunque opinó que las calaveras tienen como propósito recordar que lo único seguro es la muerte, también cree que son una alegoría de que la vida es dulce, llena de colores y que se debe de aprovechar hasta el último momento.