#CaravanaMigrante Atrás quedaron padres, hermanos, esposas...

Ella es madre soltera, de la ciudad de El Progreso, Yoro, uno de los municipios más poblados de Honduras, y uno de los más visitados

#CaravanaMigrante Atrás quedaron padres, hermanos, esposas...
Karen ROJAS | Edith Cruz, su madre, lamentó que a su corta edad Isaac haya visto la violencia. #CaravanaMigrante Atrás quedaron padres, hermanos, esposas...

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Memorias del Crimen

Sus juguetes ahora son botellas y palitos de paletas que guarda en su pantalón. Con seis años de edad, Isaac ya ha experimentado el dolor provocado por el gas lacrimógeno, ha dormido al aire libre y ha tenido miedo de que su madre muera aplastada por cientos de personas. Es un niño que ha hecho muchos amigos en la caravana migrante que arribó este sábado a Puebla y cuando llegue a Estados Unidos quiere ir a la escuela para ser médico.

Edith Cruz, su madre, lamentó que a su corta edad Isaac haya visto la violencia que se vivió el pasado 19 de octubre cuando por derribar una valla fronteriza en Guatemala, los centroamericanos fueron violentados por las autoridades mexicanas. Esta madre ha intentado que su hijo vea todos los obstáculos como aventuras: pasar el Río Suchiate, aguantar las lluvias, y pasar hambre. No quiere que al ser adulto le tenga rencor a esta etapa de su vida, así que cuando tenga edad suficiente le explicará por qué dejaron Honduras.

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- El Popular (@diarioelpopular) November 5, 2018

Ella es madre soltera, de la ciudad de El Progreso, Yoro, uno de los municipios más poblados de Honduras, y uno de los más visitados; es por ello que las bandas delictivas amenazan a las personas que tienen un negocio o un trabajo estable. Edith tenía una dulcería, pero le saquearon el negocio varias veces y cuando decidió denunciar empezaron a amenazarla de muerte.

"Dejé mi país por muchas circunstancias, como la escasez de trabajo. No se puede trabajar y si uno quiere poner un negocio propio la extorsionan: se deben pagar dos impuestos el del gobierno y el de los mareros. Y si no pagas te dan vuelta ", dijo.

Sabía que pronto iba a organizarse la caravana migrante y que no cobraban por unirse. A pesar de que le dolió "con todo el corazón" dejar a sus padres y a sus hermanos guardó en una pequeña maleta tres cambios de ropa para ella y para su hijo, su celular y una imagen de un santo al que venera. El inicio de la caravana fue San Pedro Sula, a dos horas de su casa, lapso que, dice, ha sido el más largo de toda su vida. De eso ya han pasado más de 15 días y aún sueña que sigue en Honduras, que la caravana ha sido una ilusión.

Está preocupada, Isaac se ha enfermado mucho de la garganta desde que los policías mexicanos no los dejaban ingresar al país. En el forcejeo una bomba de gas lacrimógeno cayó en los pies de Edith y él inhaló toda la sustancia. Al ver que no podía respirar dejó de caminar. La tumbaron y el niño sólo podía ver cómo estaban pisando a su mamá." Cuando me pude parar me moví y le eché agua. Fue horrible. Una madre desesperada pensando que se le va su hijo. No se lo deseo a nadie", compartió.

Isaac recuerda poco de ese día, pero tiene grabadas las palabras de los policías: "si se enfrentan a nosotros, nos enfrentamos a ustedes".

Aceptó que tuvo miedo y que lloró mucho, pero cuando tiene tiempo para descansar aprovecha para volver a ser un niño, como en Honduras. Edith tiene tías en Estados Unidos, espera que la ayuden a conseguir trabajo. Afirma que los agentes de Migración de México jamás le han informado de su derecho a solicitar asilo.

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En la caravana también hay padres que viajan solos, como José Aldivar, quien junto con su esposa tuvo que tomar la decisión más difícil de su vida: separarse y llevarse cada quien a uno de sus dos hijos.

José se quedó con la pequeña Elva Fernanda de cuatro años de edad, y su esposa se quedó con el bebé de nueve meses. Se hicieron varios grupos cuando la caravana llegó a México y en Chiapas tuvieron que separarse. No traen celulares ni tienen otra forma de comunicación. Sólo saben que van a llegar a Houston, Texas, y ahí van a buscar la dirección de unos familiares. "Mi esposa no quiso quedarse. Decidió también venir porque allá poco a poco se fueron muriendo nuestros familiares, pero no sabíamos que nos íbamos a separar, ella sabe que tenemos que llegar a Texas y esperamos reunirnos pronto", comentó.

Fotos: Karen ROJAS

Tomó la decisión de dejar su país por la delincuencia, por la falta de empleo y porque "apenas y les alcanza para comer". Dijo que al gobierno de su país no le importa la situación precaria de los habitantes, ni los asesinatos que se registran todos los días.

Lo más difícil que ha vivido estos días es cuidar a su hija solo y cargarla "con todas esas caminatas que tiene que dar", pero no se arrepiente de haber dejado su país.

Por los cambios de clima los niños de la caravana se han enfermado. Tosen muy seguido y usan cubrebocas, aun así no dejan de jugar. Sus madres tienen que limpiarlos, cuidarlos, formarse por su comida y en ocasiones pelear con otras madres por la ropa que llevan los voluntarios. El domingo 4 de noviembre se pudo observar a personas que llegaban en sus coches con comida, artículos personales y ropa; cuando se trataba de vestimenta los migrantes centroamericanos se jalaban la ropa o se empujaban para llegar primero a las prendas. Los voluntarios tenían que organizarlos, formarlos en líneas y darles una prenda por persona.

Quienes llegaron a la Parroquia de la Asunción, ubicada en la colonia Aquiles Serdán, tomaron sus alimentos, un baño y empezaron a colocar sus prendas en el jardín que se encuentra al frente de la Iglesia. Algunos la empezaron a lavar, a limpiarse el cabello. Otros decidieron recostarse en el pasto.

Las calles aledañas a la iglesia las ocuparon para sentarse, platicar y jugar. Elementos de las policías municipales debieron cerrar las calles cercanas y de los costados de la parroquia, ya que los migrantes prefirieron las calles, por sobre las banquetas. En el parque un grupo de hondureños retó en un partido de futbol a jugadores mexicanos que estaban practicando. En la primera ronda los hondureños ganaron, le quitaron la pelota a los poblanos y ya no dejaron que volvieran a jugar.

Algunos empezaron a escupir dentro y fuera de la Iglesia, por lo que los voluntarios tuvieron que imprimir letreros que decían: "por favor no escupan, ni fuera ni dentro de la casa de Dios".

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Quizá por la tensión, la fatiga o la incertidumbre que viaja con ellos, hubo un altercado entre ellos: empezaron a amenazarse de muerte antes de que terminara la caravana. Algunas personas pidieron auxilio a policías municipales que primero detuvieron a los involucrados y después los dejaron ir con la condición de que no pelearan.

 

 

También hubo conflicto cuando un grupo ya se quería ir a Ciudad de México sin esperar a todos los migrantes. Los voluntarios les explicaron que por su seguridad se tenían que mover todos juntos, pero decidieron irse caminando por la autopista.

Este día también se celebró una boda en la Iglesia de la Asunción, donde las migrantes aprovecharon para escuchar misa y hasta pelearse por el ramo.