Vestir al Niño Dios, negocio que se mantiene gracias a la fe
Para algunos comerciantes la tradición se está perdiendo por cuestiones económicas y cambio religión
Conforme pasan los años los poblanos realizan cada vez menos las tradiciones católicas; una de ellas es la de vestir al Niño Dios el 2 de febrero, el Día de la Candelaria. Puedes leer: Por desabasto, piden Niño Huachicolero Algunos vendedores consideran que esto se debe a que varias personas se han cambiado de religión y otros a la mala economía del país. No obstante, en este día, los ciudadanos que creen que la representación infantil de Jesús trae abundancia y cuida de sus hogares, se pueden ver en las principales calles del Centro Histórico, buscando la vestimenta perfecta para sus "niñitos". De acuerdo con la Iglesia Católica, el 2 de febrero termina el ciclo de la Navidad y es cuando se debe de realizar la presentación de Jesús en el templo; ese mismo día, María es celebrada como la Virgen de la Candelaria. Puedes leer: Listos, vestidos de Niños Dios en Izúcar Paulina López, vivió su infancia en un taller del Centro Histórico de Puebla, que se dedica a vestir estas figuras religiosas. Desde niña aprendió a ser cuidadosa y amable a la hora de poner los zapatitos, los ropones y a la hora de colocarlo en la silla de madera. En el taller "Boutique Casa del Niño Dios" trabajan 10 personas, todos son familiares; es un grupo de comerciantes que transmiten su fe a través de su entusiasmo al vestir a los niños. Incluso las hijas de Paulina que son niñas menores de 10 años, ya están interesadas en la vestimenta; se acercan donde las personas adultas trabajan para ver cómo ponen los gorritos o agregan en sus manos sonajas o bastones. Los costos de los trajecitos varían dependiendo el tamaño y el diseño, el precio no incluye los accesorios extra o los nichos donde los colocan. "Días antes del 2 de febrero está tranquilo, porque muchos cambiaron de religión, la verdad ya son muy pocos son los que visten a sus niños. Año con año se va perdiendo la tradición y si ha habido gente, pero no como la que en años atrás teníamos", comentó. Su mamá, María De la Cruz Soto López, lleva más de 20 años vistiendo Niños Dios y espera que la familia nunca deje este negocio. "Desde chiquita siempre he vestido niños dioses, me gusta mucho", comentó. Según la tradición el primer año se tiene que vestir al "niño" con un ropón, porque simula a un bautizo, el segundo año es azul o rosa y el tercero ya es del santo de la preferencia del creyente, en su gran mayoría optan por vestirlos de ángeles. "Muchos se van a lo tradicional porque no les gusta vestirlos de ángeles, o de santos, argumentan que la Iglesia se enoja o el padrecito los regaña", comentó. Año con año los padrinos de los niños dioses vienen a este lugar y los visten con su atuendo que más les haya agrado, el padrino tiene que hacerse cargo de la vestimenta por tres años consecutivos. Este negocio tiene propuestas muy diferentes en cuanto a telas y modelos, a la familia de comerciantes le gustan que los vestiditos sean llamativos. En contraste, en el Egahlito, la casa del Niño Dios, consideran que la tradición en la capital poblana sigue más latente que nunca y más en estos tiempos en donde la fe es necesaria. Gerardo Villegas, relató que la tradición consiste en llevar al Niño Dios y vestirlo para presentarlo ante la Iglesia, al igual que Paulina coincidió en que el primer año deben de vestirlo de blanco, y hasta el tercero que acaba el compromiso lo pueden vestir a su gusto. Entre los más solicitados está el del Niño de la Abundancia y tiene trajes desde 120 pesos hasta de 220 pesos; en comparación con años pasados, considera que la gente sigue llegando con la misma fe. "La tradición no se pierde, la fe es lo que mueve esto, presentar el niño en la iglesia es lo que nunca se va a perder", expresó. Por su parte, Silvia López comentó que muchos poblanos a lo mejor no llegan a vestir a sus niños el mismo 2 de febrero, pero lo hacen días después; los interesados "en vestir a sus bebés" empiezan a llegar desde 8 días antes del 2 de febrero y hasta 15 días después de la fecha. "De que la gente sigue vistiendo a los niños, es un hecho, lo siguen haciendo. Ya sea barato o regular el objetivo es que la tradición no se pierda. Las ventas están bajas, pero eso hace que sólo se alargue más tiempo", detalló. Silvia lleva casi 35 años dedicándose a vestir niños Dios, también trabaja en un negocio familiar y además de vestirlos, son fabricantes y diseñan todos los trajes. "Yo le tengo mucho cariño para vestirlos, me gusta y eso ha sido por el tiempo que me he mantenido aquí en el negocio. Cada año estamos aquí ya tenemos muchos años haciéndolo (…) mi favorito es el ropón, además de que es uno de los más bonitos, es el que más se vende", concluyó. |