Una promesa a sus abuelos la llevó a los cuadriláteros

Desde los 10 años de edad, la pasión y tradición han motivado a María Fernanda a un deporte dominado por hombres

Una promesa a sus abuelos la llevó a los cuadriláteros
Karen ROJAS | A la par de dedicarse a la lucha libre, labora como apoyo técnico en la SEP. Una promesa a sus abuelos la llevó a los cuadriláteros

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Con la motivación que nació de una promesa a sus abuelos antes de que fallecieran, María Fernanda Balcázar Cordero, mejor conocida como Galáctica, incursionó en la lucha libre. Si bien tiene menos de un año practicándola, sus ganas de participar surgieron desde los 10 años de edad.

Desde que Fernanda era pequeña, según recordó con un brillo en los ojos y una sonrisa de oreja a oreja, sus abuelos veían espectáculos de lucha libre junto a ella, así como corridas de toros. En entrevista para El Popular, diario imparcial de Puebla, sostuvo que si no fuera luchadora seguramente sería torera, por la tradición que le inculcaron.

Aunque al hablar de la muerte de sus abuelos Galáctica bajó su tono de voz y jugó con sus manos, aseguró que fueron ellos la influencia para que Fernanda a sus 25 años ame la lucha libre. "A los 14 años me decidí a entrenar. Y el apoyo de mi familia, aunque no les guste, ahí está; son mi motivación y mi amor por esta actividad", dijo.

Tal es el amor con el que Fernanda recuerda a sus abuelos que mencionó que cada que sale al cuadrilátero piensa en la promesa que les hizo de cumplir su sueño de ser luchadora profesional. "Ellos me inculcaron y fomentaron este deporte, yo les prometí que iba a cumplir mi meta. Cada vez que me subo al ring es para ellos y por ellos," afirmó.

Si bien apenas debutó en la lucha libre, en cuatro ocasiones buscó entrenamientos para lograr su cometido; hasta que el pasado 23 de diciembre se presentó de manera oficial en un ring de Huatusco, Veracruz. La joven señaló que fue un cuadrilátero de mejor apariencia a la que imaginó.

Sentada en la esquina del cuadrilátero con un equipo negro que le cubre desde los pies hasta el cuello, María Fernanda reconoció que es un deporte de contacto "duro y directo" por el constante entrenamiento que realiza con hombres; sin embargo, para ella no es una limitante a pesar de que cuenta con una rodilla lesionada que le impide dar el cien por ciento de rendimiento en su actividad.

Sostuvo que la relación con las demás luchadoras no siempre es la mejor, pues aunque algunas le brindan apoyo al ser "novata", otras compañeras que ya tienen experiencia en ocasiones son "pesadas" con ella e incluso le dan la "bienvenida".

"A veces mejor digo ya no, con calma; es lo único que un poquito me pausaría o la razón por la que no seguiría," reveló.

Galáctica se desempeña también como apoyo técnico en la Secretaría de Educación Pública de Puebla (SEP). Confesó que en ocasiones le es pesado mantener sus dos actividades; sin embargo, trata de cumplir con las dos, pues cuenta con el apoyo de sus compañeros de trabajo, quienes también le ayudaron a elegir su nombre de luchadora.

A pesar de su corta carrera, Fernanda también se ha enfrentado a los estereotipos de la actividad que realiza, pues antes de debutar, su físico era robusto, por lo que los demás luchadores hacían bromas al respecto. "Que si eres gordita, espaldona, marcada. Te ven y dicen 'ah, tienes cuerpo de luchadora' o te tachan de marimacha. Los hombres son muy llevados y pesados," expresó.

Aunque María Fernanda ha perdido muchos amigos derivado del poco tiempo que ahora tiene, junto a su pareja, que también es luchador, encontró la motivación para seguir en el deporte. "Él creyó en mí antes de que yo lo hiciera," señaló.

Galáctica reveló que su amor por el deporte la incita a construir en un futuro su propio gimnasio, dedicado a la lucha libre o al box, en donde espera poder orientar y compartir experiencia con niños.

"Cuesta mucho, lágrimas, sangre, sudor, muchísimo; a veces bajas cansada, decepcionada y te preguntas si naciste para esto. Pero todo vale la pena," refirió.

"La dicha de poder trabajar como yo, no todas la tienen" 

Existen mujeres que trabajan y luchan por sus sueños día con día. "Para mí ser artesana me enorgullece, son mis raíces, me siento realizada haciendo este trabajo; porque no todas las mujeres tienen la dicha de trabajar como estoy trabajando," señaló Guillermina Amaro Alonso, artesana del vino y originaria de la región indígena Hueyapan, Morelos.

Considera que sus elaboraciones le permiten dar vida e identidad a su comunidad. Dijo que siente como si escribiera a diario en cada botella de vino o mermelada, una historia que transmite a sus hijas e hijos.

"Nuestras manos son la fuente que nos permite mostrar nuestra fuerza creativa, paciencia, concentración y la capacidad de desarrollo. Creemos en la construcción de un camino de aprendizajes para poder llegar a la autosuficiencia, reflejada en la perfección de las texturas, formas, colores y símbolos que son parte de nuestra vida comunitaria," señaló.

La elaboración de la bebida que hace es sencilla y se necesitan pocos implementos para procesar la pulpa de la fruta; sin embargo, debe ser muy cuidadosa. Contó que todo vino artesanal debe pasar al menos por cinco etapas de elaboración: preparación de la pulpa de fruta, elaboración del mosto, fermentación alcohólica, separación del mosto, envasado y acondicionamiento.

Los materiales son una licuadora, envases de madera o plástico grandes y con tapa hermética, cinta para medir el PH, lienzo de algodón para filtrar el mosto, embudo y botellas esterilizadas, además de otras herramientas como cuchillo, cucharas y paletas para mezclar.

"No utilizamos conservador por el momento; estamos en el mercado verde, que no utilizamos nada de eso. Libres de colesterol y azúcares. Tratamos de utilizar el piloncillo," refirió.

La artesana ofrece botellas desde 1 litro, que cuesta 80 pesos, hasta las pequeñas botellitas de 35 pesos.

Recalcó que buscan el apoyo de asociaciones e incluso de las autoridades, para que puedan tener un lugar establecido, ya que andan en ferias. Desea también que sus productos sean reconocidos por el proceso artesanal.

Habilidad y destreza muy poco valoradas

María del Rosario Luna Estrada es una mujer artesana que se dedica a la elaboración y venta de huaraches tejidos. Aunque es un trabajo que requiere tiempo y esfuerzo, señaló que muchas veces la gente no lo valora y pide que bajen el precio.

El tejido es con base de hilo de cola de rata y la técnica que comúnmente utilizan es macramé, la cual es el arte de hacer nudos decorativos; como tal, requiere de una gran habilidad y destreza.

La suela para estos huaraches la adquiere ya pegada; sin embargo, el proceso para realizar un par de huaraches se lleva dos horas.

La artesana viaja desde el poblado Teruel, que pertenece al municipio de Tepeojuma, hasta Atlixco, Tochimilco y Tianguismanalco, entre otros lugares, para llevar sustento a su hogar a través de las ventas que logra hacer.

"A nosotros nos ayuda mucho la temporada de verano, porque incrementan nuestras ventas, porque en temporada de frío la gente deja de comprar el huarache," mencionó.

María del Rosario señaló que aunque es un trabajo bonito, hay personas que no saben reconocer la labor, pues hay quienes sabiendo el precio, regatean al artesano.

"Invitó a que nos apoyen a comprar nuestros productos; créanme, es de mucha ayuda porque de esto vivimos, aunque hay quienes no reconocen nuestro trabajo. Otras personas nos dicen que esto es artesanal, que no podemos ponerle un costo bajo, pero también somos conscientes de que hay algunas familias que son de bajos recursos y de alguna manera le echamos la mano," refirió.

La artesana hace un llamado a la población para valorar el trabajo que está hecho a mano y que requiere tiempo.