Jacobo, doctor en conservación de paisaje y ecosistema, cuenta que al iniciar este proyecto, en noviembre de 2018, los niveles de patógenos, como las coliformes fecales, estaban arriba de mil 500 unidades por cada cien mililitros (nmp/100) cuando la norma considera un máximo de 200, y actualmente se contabilizan menos de 100, con lo que se cumplió la primera meta, establecida para marzo, cuando se abrieron las compuertas para liberar el agua para riego.

También se aprecia menos turbidez en el agua y casi desapareció el olor azufrado, causado por la descomposición que privaba en el lago.

Aquileo Hernández Ramírez, maestro ambiental, otro de los integrantes de este proyecto, refiere que con la operación de las tres naves aumentó el conteo de organismos invertebrados, como las dafnias, que son consumidos por peces y esto detonó su aumento, tal como lo constatan los pescadores de las comunidades asentadas en la ribera de Valsequillo.

“De oxigeno, inicialmente teníamos concentraciones menores a un miligramo, por lo general, los cuerpos de agua sanos tienen una cantidad entre 5 y 6 miligramos; actualmente en la presa encontramos valores mayores a 3 miligramos por litro,” por lo que puede calificarse como un lugar saneado, afirmó.