Aunque está en la mancha urbana de Puebla, la junta auxiliar abrió el panteón para aquellos que quisieron acompañar por una noche a sus difuntos
Los vecinos de San Baltazar Campeche conservan la tradición de velar a sus difuntos en el panteón durante la noche del 1 y la madrugada del 2 de noviembre, permaneciendo este cementerio abierto para recibir a las visitas. A pesar de que ya es menor el número de personas que asisten por la noche a este cementerio, la tradición de adornar las tumbas con flores y velas para recordar a sus seres queridos con música y bebida, permanece entre las familias. Un grupo de amigos jóvenes amaneció cantando en torno a la tumba de su amigo Alejandro, a quien apodaban El lagarto, un muchacho de 27 años que murió hace 8 meses durante el Carnaval de Huejotzingo. Puedes leer: Huaquechula: altares que se visten de claro satín Alejandro gustaba de bailar durante los carnavales y disparar los mosquetones que se utilizan, y así como en Huejotzingo, en su ofrenda se colocaron cervezas, tabaco, flores y una bocina que reproducía música de carnaval.
El cementerio de San Baltazar Campeche fue abierto en 1928. Actualmente se encuentra a su máxima capacidad. Las familias de esta junta auxiliar pueden enterrar a sus seres queridos en la misma tumba; el único requisito es que pasen siete años entre una inhumación y la siguiente. Pese a estar dentro de la mancha urbana de la ciudad de Puebla, los habitantes de la comunidad perpetúan ritos basados en experiencias humanas ancestrales, la vida, la muerte y la alimentación.
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