Capilla Sixtina, mensaje de belleza y amor en Puebla

Tuvo un trabajo previo de 170 días y más de 2 millones de fotografías para recrear las obras

La réplica de la emblemática Capilla Sixtina, localizada en el Palacio Apostólico de la Ciudad de El Vaticano, fue inaugurada ayer sábado en la capital poblana.

En su intervención, Roberto Romano, secretario general de los Museos Vaticanos, aseguró que la ‘Cappella Sistina’ no es una mera obra de arte, sino “el mayor mensaje de belleza, amor, armonía y esperanza; uno que no distingue condición social, credo religioso o etnia”.

Esta réplica, instalada en la ciudad en apenas un par de semanas, necesitó de un trabajo previo de más de 170 días y alrededor de 2.7 millones de fotografías que permitieron reproducir la obra en todo su esplendor.

Antonio Berumen, director del proyecto, recordó que todo comenzó hace más de cuatro años, a través del programa Manos del Mundo en El Vaticano.

Como parte de esta iniciativa, una artesana mexicana, adulta mayor, pudo visitar la Capilla Sixtina original y, conmovida hasta las lágrimas, agradeció que la vida le permitiese ver semejante patrimonio cultural y religioso. De ahí Antonio y su hermano Gabriel hicieran una propuesta a la Santa Sede.

Puebla se ha convertido en la ciudad número once del recorrido del proyecto “La Capilla Sixtina en México”, en donde se alcanzarán además los 4 millones de visitantes que, a decir de autoridades políticas, culturales y eclesiásticas, no hubiesen podido —de otra forma— ser testigos de la trascendental obra de Miguel Ángel y otros pintores renacentistas de los siglos XV y XVI.

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Un mensaje de belleza

Por encargo del Papa Sixto IV, la antigua Cappella Magna —restaurada entre 1473 y 1481— fue adornada por los maestros Botticelli, Pinturicchio, Ghirlandaio, Rosselli y Signorelli, quienes realizaron dos series de frescos en los costados —sobre la vida Moisés y Jesús—, por encima de las cortinas pintadas que también fueron reproducidas para la exhibición itinerante de esta capilla que, vista desde fuera, se asemeja a un arca bíblica.

Para 1508, en pleno proceso de colonización americana, el papa Julio II recurrió al florentino Miguel Ángel, quien antes de pintor de frescos era un escultor dotado, gran conocedor del cuerpo humano.

A diferencia de sus antecesores, cuyas representaciones apelaban más a lo local —a lo netamente euroasiático—, Miguel Ángel modificó la bóveda celeste y estrellada de la capilla por nueve escenas que englobaran a todos los seres de la tierra; desde La Creación de Adán y Eva hasta la Caída del Hombre y La Embriaguez de Noé, todas historias del Génesis.

A la Sixtina le faltaría únicamente coronarse con un impresionante fresco, también de Miguel Ángel, atrás de la capilla; lugar que en la versión original sólo puede ser vista de lejos, ya que el paso sólo está permitido hasta la mitad del recinto, justo por debajo de los frescos de La Creación.

El fresco y sus más de 300 cuerpos —entre los que se encuentra el propio autor—, representan el Juicio Final. Fue pintado entre 1536 y 1541, en medio de otras grandes transformaciones como la Reforma Protestante, y a unos años del Saqueo de Roma; este último ocurrió en el papado de Clemente VII y Paulo III.

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