“Sabemos que vamos a encontrarlos”

Familias de 22 estados de México llegaron a Papantla en busca de respuestas

El mensaje de la Quinta Brigada Nacional de Búsqueda de Personas es claro: “No buscamos culpables”.

Miguel Ángel Trujillo, de la Red de Enlaces Nacionales, lo dijo en los pasados días: unos años atrás, ni siquiera habrían podido poner un pie en esta región del estado de Veracruz, donde desaparecieron dos de sus hermanos hace casi diez años.

Con una ceremonia en la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción en el centro de Papantla arrancó la brigada, en la que participan alrededor de 74 colectivos de familiares de todo el país, incluyendo La Voz de Los Desaparecidos en Puebla.

Sin importar qué tan reciente o lejana sea la desaparición, madres, padres, hermanos y hermanas reviven la tragedia como si acabase de ocurrir, como si Mireya, Raymundo o Naomí tuviesen apenas unas horas de no haber llegado a casa.

María Herrera, una de las caras más visibles del movimiento de familiares a nivel nacional, lo sabe muy bien; cada palabra suya es un llamado de auxilio, un desgarre emocional que contagia a sus compañeros, a los feligreses que acudieron a la misa de las ocho, y a los curiosos que se asoman por las entradas del recinto.

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“He tenido que peregrinar muchos años —van a ser diez—, y este camino, aunque fue en compañía de la familia, lo hice sola... Mi fe está puesta en Dios, siempre ha sido así, pero ahora pido un poco de confianza de ustedes, un gesto de misericordia para que nos digan, nos apoyen y hagan realidad este sueño que llevamos tanta madres, familiares.”

Tanto en las brigadas nacionales como en las locales, los informantes anónimos son claves en la búsqueda, pues es a partir de los datos que proporcionan a los colectivos y organizaciones como se pueden descubrir los posibles puntos, fosas clandestinas con restos humanos.

Este lunes, una parte de los más de cien brigadistas que arribaron a Papantla desde el viernes 7 de febrero realizarán su primera búsqueda en campo; para unos no es su primera experiencia, para otros será la primera vez que se enfrenten a uno de los tantos cementerios improvisados del territorio nacional.

“De ustedes depende que nosotros nos vayamos con ellos. Sabemos que vamos a encontrarlos quizás en restos; ayúdennos a darles una cristiana sepultura, una sepultura digna para remediar un poco este dolor, este sufrimiento que venimos cargando (...) Ayúdennos a acabar con esta incertidumbre.”

Una vez finalizada la ceremonia, en la lógica de acercamiento comunitario, los asistentes provenientes de 22 estados de la República marcharon por las calles aledañas al centro de la ciudad notificando: “Con pico y pala, ha llegado la brigada”.

Las herramientas de búsqueda, al concluir el recorrido, fueron bendecidas a las afueras de la parroquia, con la esperanza de que un poco de agua haga que cada pedazo de tierra retirada los acerque más a cualquier indicio que, como decía una de las madres, le devuelva paz a su corazón.

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