Don Arnulfo mantiene la tradición de endulzar a Puebla

El local ha sobrevivido rezagos económicos, cambios de administraciones y ahora una pandemia, la cual redujo de manera dramática los ingresos.

Don Arnulfo mantiene la tradición de endulzar a Puebla
V. Garay Don Arnulfo mantiene la tradición de endulzar a Puebla

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La Calle de los Dulces es muy conocida por los habitantes de la ciudad y por lo turistas que visitan la misma. Los colores y sabores que visten esta calle son inconfundibles y siempre hay un dulce típico para degustar.  

La calle de los dulces se ubica en la 6 Oriente, en pleno corazón del Centro Histórico de Puebla, no que genera que por su ubicación pueda ser recorrida por cientos de visitantes.  

Esta calle ganó fama mundial en el siglo XX, después de la Revolución Mexicana, pero los estudiosos dicen que desde el siglo XVII, ahí ya se comercializaba rompope, galletas y dulces poblanos elaborados por las monjas Catalinas, y no por las Clarisas como siempre se ha dicho. 

Una de ellas es la dulcería La Colonial, la cual data del año 1959, cuando la señora Margarita Rosas, decidió emprender en el negocio de los dulces en la famosa calle. En un principio la señora Margarita solo contaba con un pequeño local en la 6 Oriente y así permaneció hasta que decidió retirarse.  

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Su nieto, el señor Arnulfo Ramos relató para El Popular, Periodismo con Causa, la historia del negocio y su orgullosa herencia familia, explicó que el negocio tiene más de 50 años funcionando, y que además se ha vuelto parte de todos los integrantes de la familia. Pues actualmente, los nietos se preparan para llevar el negocio a futuro. 

Don Arnulfo, nos contó que el negocio fue idea de su tía abuela, la señora Margarita, y desde ahí la familia adoptó a los dulces como un negocio. Y es que, al no tener hijos, Doña Margarita decidió dejarle el negocio a uno de sus nietos, uno de los hermanos de Don Arnulfo, desde que este tenía 14 años.  

Con el tiempo la dulcería creció y no solo se comercializaban los dulces, también se decidió incorporar un taller de talavera, lo que atraía la mirada curiosa de los turistas, pues en un solo local podían adquirir los tradicionales dulces y artesanías poblanas.  

El local ha sobrevivido rezagos económicos, cambios de administraciones y ahora una pandemia, la cual redujo de manera dramática los ingresos, sin embargo, la familia Ramos se ha encargado de mantener avante el negocio familiar.