James Watson, uno de los nombres más influyentes en la historia de la biología, murió el pasado jueves 6 de octubre, a los 97 años, tras una breve enfermedad. Su fallecimiento fue confirmado por el Cold Spring Harbor Laboratory, institución en la que trabajó gran parte de su vida y que anunció la noticia a través de un portavoz. Watson alcanzó la fama mundial en 1953, cuando junto con Francis Crick y Maurice Wilkins descifró la estructura en doble hélice del ADN, un hallazgo que transformó para siempre la comprensión de la herencia genética. El descubrimiento, publicado en Nature, marcó el nacimiento de la biología molecular moderna, al revelar cómo la molécula de la vida almacena y replica la información genética. Por este trabajo, Watson recibió el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1962, reconocimiento que compartió con sus colegas Crick y Wilkins. Décadas después, encabezó el Proyecto Genoma Humano, una de las iniciativas científicas más ambiciosas del siglo XX. En 2014, el investigador volvió a captar la atención pública al subastar su medalla del Nobel por 4.76 millones de dólares, con la intención de destinar parte de los fondos a la investigación científica. El comprador, un empresario ruso, posteriormente le devolvió el galardón. Te puede interesar: Presentan iniciativa para garantizar el libre acceso a la ciencia e investigación en el estado de Puebla No obstante, los últimos años de Watson estuvieron marcados por la polémica. Sus comentarios racistas, sexistas y homófobos provocaron una fuerte reacción de la comunidad científica y llevaron a que se le retiraran varios títulos honoríficos. En 2007, fue destituido de su cargo como canciller del Cold Spring Harbor Laboratory, institución a la que había dedicado más de cuatro décadas. A pesar de las controversias, la contribución de Watson al entendimiento del ADN sigue siendo uno de los pilares fundamentales de la ciencia moderna, abriendo el camino para avances en la medicina, la genética y la biotecnología. |