Combatiendo el machismo desde la cancha, conoce a Las Diablitas, el equipo de softbol maya en Tulum

El grupo de mujeres ha superado las críticas y burlas por practicar un deporte para “hombres”.

Combatiendo el machismo desde la cancha, conoce a Las Diablitas, el equipo de softbol maya en Tulum
Fotos: Víctor Ruiz García Combatiendo el machismo desde la cancha, conoce a Las Diablitas, el equipo de softbol maya en Tulum

La vecindad Podcast

Memorias del Crimen

En Hondzonot, Tulum, uno de los 11 municipios de Quintana Roo se formó un equipo que inició como cualquier otro, con la firme intención de divertirse y salir de la rutina diaria sin imaginar el impacto que causaría.

Las Diablitas de Hondzonot convirtieron el softbol en un estilo de vida. Su nombre lo adoptaron gracias a los calificativos que recibían en su comunidad: mandonas y rebeldes, así lo cuenta Fabiola May Chulim, la capitana del equipo.

“El equipo se formó cuando hubo un partido de beisbol y nos invitaron, jugábamos con pelotas de tenis. Nos invitaron a un cuadrangular a un pueblito cerca del nuestro, quedamos en primer lugar y de ahí nos dijeron que si mejor nos íbamos al softbol porque ese era el de las mujeres”.

También lee: La revolución feminista en Tokio 2020, ¿adiós a la sexualización de la mujer?

Luego de darse cuenta ella y las otras 18 integrantes del equipo que esto era lo que querían hacer, se enfrentaron a su más grande rival: el machismo. La comunidad de Hondzonot se encuentra en medio de la selva quintanarroense y mantiene aún las viejas costumbres, pero eso no les ha impedido nada.

“Dicen que nosotras no tenemos nada que hacer ahí. La costumbre de un pueblo es que los hombres manden, si sales o no sales, pero nosotras tenemos a nuestra familia y siempre apoyan en nuestro juego.  Aunque perdamos o ganemos, nosotras las mujeres seguimos demostrando que podemos jugar un deporte que nos guste”.

El equipo ha adquirido fama internacional porque juegan portando el huipil que ellas mismas confeccionan y bordan, además de correr descalzas -porque según ellas, pueden correr más rápido- en un campo improvisado en su localidad.


Su primer partido fue en 2018. Ese año, las jugadoras —la gran mayoría amas de casa, bordadoras— y algunos de sus esposos podaron un predio, colocaron las marcas, apilaron unas rocas que hacen las gradas e instalaron un pequeño techo. Luego comenzaron los entrenamientos entre semana.

En la comunidad se pueden ver también, a muchas mujeres jóvenes, que sueñan con alguna vez pichar, cachar o batear, junto con las Diablitas, ya que el softbol les ha enseñado que se puede aspirar a algo más que a dedicarse a tareas del hogar, incluso, a ser respetadas.