El uso intensivo de plaguicidas altamente peligrosos, entre ellos el fipronil y los neonicotinoides como tiametoxam e imidacloprid, ha provocado la muerte masiva de abejas en al menos 15 entidades del país, de acuerdo con un censo elaborado por el doctor en ecología y desarrollo sustentable e investigador de Ecosur, Eric Vides Borrel. El estudio documenta que entre 2013 y 2024 se perdieron 296 mil colmenas de apis mellifera, principalmente en zonas cercanas a campos agrícolas donde se aplican insecticidas de amplio espectro. Los casos analizados presentaron un patrón común, que fue la exposición de las abejas a fipronil, un insecticida con efectos letales sobre su sistema nervioso, ampliamente utilizado para el control de plagas agrícolas. El investigador señala que esta cifra podría ser mayor, debido a que el censo no logra registrar la totalidad de los eventos ocurridos en el territorio nacional. No obstante, el caso de Puebla, apicultores y organizaciones campesinas alertaron desde el pasado mes de octubre sobre la contaminación por herbicidas en la cuenca Tecamachalco–Tlacotepec–Tepanco de López, donde análisis de laboratorio detectaron la presencia de Florasulam, un químico que no se comercializa oficialmente en México y que fue hallado en abejas muertas durante muestreos de campo, en una región donde la apicultura representa una actividad relevante. Te puede interesar: Buscan regular uso de insecticidas para evitar la muerte de abejas en Tehuacán En este contexto, la titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), Alicia Bárcena, reconoció la magnitud del problema y anunció una estrategia de protección a los polinizadores. No obstante, ni el fipronil ni los principales neonicotinoides fueron incluidos en el decreto presidencial que prohíbe 35 plaguicidas, emitido en septiembre de 2025. Por su parte, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) difundió un informe técnico que identifica 20 plaguicidas con impactos negativos en los polinizadores, de los cuales únicamente cinco fueron incorporados al decreto. En una nota aclaratoria, se reconoce que sustancias como fipronil, imidacloprid, tiametoxam y deltametrina continúan siendo utilizadas en actividades agrícolas. Desde la Conabio, la doctora Angélica Cervantes Maldonado explicó que la muerte masiva de abejas representa un indicador de riesgo para los ecosistemas, ya que cerca del 87.5% de las plantas con flores dependen de los polinizadores para su reproducción, con implicaciones en la biodiversidad y la seguridad alimentaria. Especialistas también advirtieron sobre la falta de coordinación institucional entre Semarnat, Sader y Cofepris, así como la ausencia de un sistema de trazabilidad que permita identificar con precisión las zonas de aplicación y disposición de residuos de estos plaguicidas.
|