¿Por qué la pechuga de pollo cuesta más que un pollo rostizado?

El precio más alto de la pechuga refleja no solo la calidad del corte, sino también el procesamiento industrial

¿Por qué la pechuga de pollo cuesta más que un pollo rostizado?
Fredy Angón ¿Por qué la pechuga de pollo cuesta más que un pollo rostizado?

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Puede parecer un misterio de la economía: al comparar precios en el supermercado, una pechuga de pollo, sin aderezos ni preparación, puede costar más que un pollo entero rostizado y listo para comer. ¿Cómo es posible que una parte valga más que el conjunto?

Lejos de tratarse de una falla lógica o comercial, esta diferencia responde a múltiples factores de producción, procesamiento, demanda y estrategia de mercado que influyen directamente en el precio final de cada producto.

La pechuga: un corte premium y procesado

La pechuga de pollo se considera un corte premium dentro de la industria avícola. Está compuesta casi en su totalidad por carne magra, sin huesos ni piel, y lista para cocinar, sin necesidad de limpieza adicional. Esto la hace especialmente atractiva para personas con dietas saludables o con poco tiempo para preparar alimentos.

Pero para que llegue así al anaquel, el pollo debe pasar por un proceso de despiece, selección, deshuesado, refrigeración y empaque, lo que incrementa su costo de producción. Además, la alta demanda de este corte en restaurantes, hogares y cadenas de comida rápida mantiene su precio elevado.

El pollo rostizado: comida lista, estrategia comercial y aprovechamiento

En contraste, el pollo rostizado cumple una función diferente en la cadena comercial. Muchos supermercados lo venden a precios bajos como una estrategia para atraer clientela, una técnica conocida como producto gancho. La lógica es simple: si entras por el pollo, probablemente salgas con más artículos.

Además, muchas de las aves destinadas al rostizado están cerca del límite de su vida útil como producto crudo, pero aún son seguras para consumir tras su cocción. Esta práctica permite al supermercado evitar pérdidas por caducidad y aprovechar inventario que, de otro modo, sería desechado.

Sumado a esto, preparar grandes cantidades de pollos rostizados reduce costos por volumen, lo que permite ofrecerlos a precios altamente competitivos.

¿Qué conviene más?

El pollo rostizado puede parecer más económico por kilo, pero no todo es carne aprovechable: contiene huesos, piel y partes menos deseadas. En cambio, la pechuga ofrece un alto rendimiento como carne comestible, sin residuos.

En esencia, el precio más alto de la pechuga refleja no solo la calidad del corte, sino también el procesamiento industrial, la comodidad para el consumidor y su alta demanda en el mercado.

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La próxima vez que veas una pechuga de pollo más costosa que un pollo rostizado, recuerda: no estás pagando solo por carne, sino por conveniencia, nutrición y eficiencia en la cocina.