Lunes 09 de Diciembre de 2019 |
El ilusionismo navideño nos comienza a atrapar por estos días decembrinos. Se llega la fecha en que nos vemos impulsados por el compromiso de quedar bien con nuestros seres queridos y amistades, obsequiando grandes y costosos regalos. En especial nos preocupa “atinarle” a los presentes navideños destinados a nuestras familias. ¿Acaso quiere ser usted Scrooge este diciembre? ¿Verdad que no? Olvidamos que la Navidad es una oportunidad para dar a nuestros hijos una lección de valor y aprecio por las cosas. Es la época del año en que los niños viven también sus propias ansiedades, por los regalos que ya ven venir. ¿Qué me va a traer “Santa”? ¿Acaso la consola Xbox que le pedí? ¿Qué me va a dar mi abuelita? ¿Qué me tocará de regalo de intercambio en la cena de Navidad? A veces vivimos grandes penas cuando nuestros hijos reciben algún regalo de una tía, por ejemplo. Como los niños son muy expresivos y honestos, es fácil darse cuenta si les gustó el regalo mediante la carita de “WHAT?” que muestran al retirar la envoltura. No era lo esperado. Y nuestra intervención mediadora con el comentario “Dále las gracias a tu madrina… dile que te gustó mucho...”, sólo acentúa el incómodo incidente. Nadie tiene el derecho de quitarles la ilusión de la Navidad a los chavos, es cierto. Para ellos diciembre es momento de regalos, sorpresas y delicias. Y qué bueno que la disfruten. Sin embargo, el exceso de regalos puede provocar que los niños desarrollen menos tolerancia a la frustración y se vuelvan más caprichosos y materialistas. Después de recibir hasta 4 o 5 regalos en una cena navideña, se produce el llamado “Síndrome del Niño Hiperregalado”, en donde no valora lo que tiene y solo se fija en abrir más y más regalos. Incluso quizá sea buena idea este año sustituir el tradicional “regalo tecnológico” por un obsequio de mayor reto, como un buen rompecabezas o un juguete Lego que desafíe sus destrezas. Pero vayamos más allá. Tal vez esta época es una buena oportunidad para redefinir con nuestros hijos el significado de lo material y reforzarles el valor de la generosidad. Puede ser un momento ideal también para darles un mensaje a futuro, para aprender a aceptar lo que les llegue en el transcurso de la vida. Optemos por practicar con ellos la caridad auténtica y generar un buen espíritu de convivencia. Construyamos momentos en familia, apartados de los teléfonos móviles y de las absorbentes tabletas electrónicas.
Como padres tratemos de generar experiencias más enriquecedoras y entretenidos juegos de desafío, que seguramente nos harán sentir mejor a todos en esta Navidad. |