¿A qué va el Presidente de México a Estados Unidos el 8 de julio?

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Ésta fue una pregunta que rondó durante toda esta semana no solo en diversos canales diplomáticos, sino también entre los círculos empresariales y de opinión pública de ambos países.

La respuesta más sencilla fue: “AMLO va a Washington a subir la popularidad de Trump previo a las elecciones presidenciales de noviembre”.

La contestación oficial, en palabras propias de Andrés Manuel López Obrador, fue: “Va a ser una reunión política, en el buen sentido de lo que es la política”.

Sin embargo, una tercera versión que corre en círculos periodísticos y diplomáticos es que nuestro Presidente va a que le den un “jalón de orejas” y a que le quede claro que México debe seguir al pie de la letra el nuevo acuerdo comercial internacional, el T-MEC.

El miércoles 8 de julio viajará AMLO a Washington en avión comercial… porque ya no tiene un jet presidencial que lo transporte. Lo hará tentativamente vía Atlanta, según fuentes de Palacio, y con muchas interrogantes de por medio.

“Cuando el presidente de México viaje a la Casa Blanca la próxima semana, tendrá que contar con las mismas preguntas que los viajeros de todo el mundo están haciendo”, comenta The Washington Post esta semana.

“¿Qué tan temprano necesita llegar a un aeropuerto en estos días? ¿Se dejará el asiento del medio vacío? Durante la escala, ¿estará abierto el servicio de comidas?”, se pregunta el rotativo.

La necedad del Presidente no es negociable. López Obrador viajará en avión comercial con todos los riesgos (de seguridad y atraso) que ello implica y, como no hay por el momento un vuelo directo Ciudad de México-Washington, lo hará con una parada en el camino, por lo que quiere llegar un día antes de la reunión.

La reunión será, sin duda, una oportunidad para leerle la cartilla a nuestro Presidente. Y es que pese al T-MEC, las acciones de López Obrador —en particular en el sector energético— han creado incertidumbre y sus políticas restrictivas están ya impidiendo aprovechar el T-MEC, como bien lo advirtió el embajador de Estados Unidos en México hace unos días.

Todavía está fresca en la memoria de muchos mexicanos su mal tino político que llevó a la cervecera Constellation Brands a suspender su instalación en Tijuana. Y su terquedad por “pegarle” a los contratos privados de empresas de energía limpia para favorecer a las empresas estatales de energía.

Es decir, mientras nuestro Presidente muestra una intención de “hablar de política” la próxima semana, acá en México se está encargando de sumar “tachitas” para que —frente a frente— el Presidente Donald Trump lo regañe, le lea la cartilla y lo humille en sus dominios.

¿Anticipará este escenario nuestro canciller Marcelo Ebrard? Estén seguros que sí, pero también Ebrard está consciente de la terquedad de su jefe. Veremos el tamaño del “estirón de orejas a la americana” que seguro les darán la próxima semana.

 

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de El Popular, diario imparcial de Puebla.


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