Las Voces Críticas

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Fulminante crítica lanzó The Economist en su último número publicado esta semana contra el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador. “Es temperamentalmente alérgico a la crítica”, apunta.

ntre el Gobierno y la prensa en nuestro país y destaca un factor para muchos bien reconocido: el gasto en publicidad oficial discrecional que va a dar a los medios.

Y para muestra un gran botón: En 2020, las televisoras nacionales recibieron 700 millones de pesos en contratos de publicidad oficial y La Jornada, uno de los diarios consentidos del Presidente, recibió 252 millones de pesos. Por otra parte, Nexos recibió una penalización de un millón de pesos y la suspensión de todos los contratos de publicidad con el Gobierno.

Héctor Aguilar Camín, director de Nexos, ha sido fustigado por López Obrador en diversas ocasiones y lo acusa de haber sido favorecido por anteriores administraciones. Otro intelectual y periodista, Enrique Krauze de la revista Letras Libres, también ha estado en el blanco de las críticas de AMLO.

Ambos niegan que sus publicaciones estuvieran sostenidas por la publicidad oficial durante administraciones previas. Nexos incluso ha buscado un amparo para revocar la decisión de la Secretaría de la Función Pública que multó a la publicación.

“Ellos (Aguilar Camín y Krauze) fueron los jefes de la intelectualidad durante todo el período neoliberal”, dijo recientemente López Obrador y los acusó de actuar como propagandistas contratados para los gobiernos de sus predecesores.

“Pertenecen a la agrupación conservadora a la que le gustaría mantener el mismo régimen de corrupción, injusticias y privilegios”, expresó.

El discurso del Presidente contra lo que él llama la “prensa neoliberal” no es reciente. Prácticamente desde que inició su administración ha utilizado su conferencia de prensa matutina “La Mañanera” para atacar con frecuencia al diario Reforma, al que ha llamado “pasquín inmundo”.

Y es que al mandatario no le agrada que se le cuestione sobre los temas de relevancia nacional, como la deficiente estrategia gubernamental para combatir el Covid-19, los efectos de la Pandemia reflejados en desempleo y la economía y, particularmente, los señalamientos de corrupción en su mismo Gabinete y equipo de trabajo cercano.

“Parecen un intento de silenciar las voces críticas en los medios mexicanos por parte de un presidente populista que ya ha obstaculizado instituciones previamente independientes como la Corte Suprema y las agencias reguladoras”, sentencia The Economist.

Acusaciones duras, sin duda. La preocupación ya no solo se refleja en nuestro país. Cada vez más el mundo pone los ojos en México y expone el peligro que conlleva observar a los poderosos tratando de limitar la libertad de expresión, pero sobre todo hacerlo con intereses populistas y como estrategia de propaganda.

Ojalá el Presidente reconozca que no gobierna solamente para una facción política. Es un representante de todos los mexicanos que debe asimilar con responsabilidad, neutralidad y tolerancia su rol de máxima autoridad en el País.

 

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