Al maestro con cariño

La pandemia nos sorprendió a todos, pero en particular trastocó una de las actividades cotidianas más elementales

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El mejor regalo para los maestros y maestras del País —que este sábado 15 celebran su día— les llegó por adelantado: la vacuna anti-Covid.

Centenas de miles de docentes ya han sido inoculados esta primavera y se espera que para la cuarta semana de mayo termine la quinta y última etapa correspondiente al magisterio que consiste en la aplicación de una sola dosis de la vacuna Cansino de China.

¿Esto significará un regreso a clases en junio? No necesariamente. El Gobierno ha anunciado que la decisión será voluntaria, pero muchos padres de familia no logran aún entender cómo se dará un retorno a las aulas cuando sus hijos no están aún vacunados.

La pandemia nos sorprendió a todos, pero en particular trastocó una de las actividades cotidianas más elementales: la asistencia a clases de millones de mexicanos.

Para los maestros, estos 14 meses han sido de adaptación forzada, de improvisación y de vivir una serie de complicaciones de salud mental y física. Y es que de repente se toparon con desconcierto, decepción e incertidumbre. De la noche a la mañana sus hogares se transformaron en salón de clases y en espacios para ofrecer a sus alumnos —igualmente desconcertados— asesoría y tutoría a distancia.

En particular muchos vivieron miedo en un principio que en algunos casos se convirtió en pánico. Pasar de una educación presencial a otra que implicó la implementación del uso de internet y de tecnologías diferentes en el proceso educativo no resultó nada sencillo, sobre todo considerando que estos cambios fueron repentinos y sin capacitación planificada.

Irónicamente, para muchos maestros enseñar desde sus hogares significó hacerlo en mejores condiciones, ya que sus escuelas ni siquiera tenían acceso a servicios públicos básicos, mucho menos conexión a internet.

Finalmente la mayoría de los docentes ha aprendido a salir adelante. Han logrado superar en algunos casos el golpe psicológico que también trajo la pandemia: estrés, depresión, ansiedad, violencia doméstica.

Por ello el retorno a clases no debe de ser tomado como una simple campanada de “regreso del recreo”. Preocupa que no exista ningún plan nacional para el sistema de educación pública que ayude a través de capacitación de fondo y de herramientas facilitar la reintegración a las aulas, sobre todo un plan dirigido específicamente a los maestros. Tal parece que cada estado tendrá que actuar por su cuenta.

Este día 15, Día del Maestro, debe ser tomado como una oportunidad para reflexionar y valorar el trabajo de los millones de educadores mexicanos. Resulta oportuno celebrar su heroísmo, su entrega y pasión por no dejarse vencer ante esta adversidad y reconocer su poder de resiliencia.

Pero también debe de ser un momento para que nuestras autoridades estatales y federales asuman una mayor responsabilidad y gestionen mejores alternativas que favorezcan un regreso más organizado y cuidadoso de los docentes y sus alumnos. 

Coordinar mejor la habilitación de las aulas, muchas de ellas en condiciones infrahumanas para ofrecer una atmósfera de aprendizaje y convivencia social, será todo un reto adicional

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