El Tsunami de Agosto

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Más allá de la Consulta Popular de este domingo existen evidentemente otros temas que merecen la atención prioritaria del Presidente y de su Gobierno. Dos en particular lucen de mayor trascendencia: Los riesgos de un retorno a clases en agosto y el “estancamiento” actual en el proceso de vacunación, ambos vinculados sin duda.

El presidente Andrés Manuel López Obrador insiste en que el retorno es conveniente y ha minimizado la solicitud de muchos padres de familia de que se suspenda el regreso a clases presenciales el próximo mes por el alarmante nivel de contagios de Covid.

“Yo voy a sostener que es indispensable que se regrese a clases por el bien de los niños, de los adolescentes, de los padres de familia, por el bien de todos, por el bien de la educación y del desarrollo del país”, dijo este jueves.

Su postura al respecto no es una novedad. Días atrás fue más contundente al señalar que “Va a iniciar el nuevo ciclo escolar a finales de agosto, llueve, truene o relampaguee. No vamos a mantener cerradas las escuelas, ya fue bastante”.

La posición presidencial es de llamar la atención, pero es más para generar preocupación. O el mandatario nacional está mal informado de la situación de crisis de salud que vivimos o simplemente no la quiere ver así y tiene otros planes al respecto.

Lo cierto es que los contagios por todo el País se incrementan de manera exponencial. Este mes de julio representó un caldo de cultivo para que el Covid se propagara debido al éxodo vacacional que puso en jaque a muchos estados.

De hecho, ya no se habla de una Tercera Ola, sino de “El Tsunami de Agosto” que expertos en Salud anticipan como uno de crisis hospitalaria y de contagios masivos entre la población infantil y juvenil, segmentos que no han tenido la oportunidad de ser aún inoculados.

Además, los niveles de riesgo se han disparado debido a la presencia activa y terrible de variantes como la Delta que, de acuerdo a médicos y especialistas, será este segundo semestre la fuente de mayor contagio.

La reducción en el ritmo de la vacunación —que curiosamente se detectó pasadas las elecciones de junio— se refleja en un alza en el número de hospitalizados. Entidades como Sinaloa, Tamaulipas, Yucatán y Nuevo León, han llegado casi al límite en ocupación y en camas disponibles. Y nuevamente se empiezan a observar las escenas de pacientes que están siendo ubicados en pasillos y camas improvisadas. 

El retorno presencial a las aulas es, sin duda, una mala idea. Aunque muchos maestros ya están vacunados preocupa que prácticamente toda la población estudiantil no lo esté y que lleguen del periodo vacacional contagiados con Covid a las aulas y que transmitan el virus a sus profesores. 

Además, la mayoría de los maestros se quejan de que no existe ningún plan realista para facilitar la reintegración a las aulas. Ni han recibido capacitación de prevención sanitaria y en muchos casos no cuentan con las herramientas ideales para asegurar un reinicio seguro en sus clases.

Si algo ha mostrado el Gobierno actual es de una falta de eficacia durante este proceso de vacunación. Acelerar las cosas es solo una invitación a facilitar más “El Tsunami de Agosto”, un fenómeno que ya prácticamente tenemos encima, pero que ni el Presidente ni las autoridades de salud y de educación quieren voltear a ver.

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