Exceso de confianza

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El tráfico en las ciudades regresó incontenible. Los restaurantes populares lucen llenos, con filas de espera. 

El uso de cubrebocas ha pasado de ser obligatorio a considerarse como un accesorio opcional en muchos lugares. Solo vean los estadios cómo lucen en los partidos de fútbol y béisbol.

Los mexicanos parecen haber decidido bajar la guardia y en muchos lugares se respira una sensación de que el Covid ya pasó, que quedó atrás y es mejor olvidarlo.

Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud no luce optimista. Esta semana, el Comité de Emergencia de la OMS sentenció: El virus está aún lejos de terminar.

En una reunión de expertos, anunció que ha optado por mantener la emergencia internacional declarada el 30 de enero de 2020. 

“Aunque se ha progresado gracias a un mayor uso de las vacunas contra el Covid-19 y sus tratamientos, el análisis de la situación actual y los modelos de previsión indican que la pandemia está lejos de haber terminado”, dijo el grupo de expertos en un comunicado.

“La persistencia de la alerta internacional supone la necesidad de que todos los países sigan aplicando respuestas al coronavirus, que incluyen medidas de distancia física, vacunación, diagnóstico rápido y tratamientos”, señaló el comité. 

Mientras tanto, la Secretaría de Salud en México actualizó hace unos días los datos de mortalidad en exceso por diferentes causas, no solo por Covid. Al corte de septiembre México aparece en quinto lugar en este rubro, solo superado por Perú, Bulgaria, Rusia y Macedonia del Norte.

La estadística de mortalidad por exceso es la diferencia entre las defunciones esperadas (que han sido de un millón 281 mil) a las observadas (un millón 876 mil), lo que representa casi una diferencia de 600 mil casos en México, es decir, un 47 por ciento de exceso. Este brinco, sin duda, se debe a muertes por el virus.

Lo que se observa es un exceso de confianza entre la población y las autoridades. Ciertamente la ocupación hospitalaria se ha reducido de manera considerable y la aplicación de pruebas ha dejado de ser una tendencia. 

Los colores rojo y naranja del mapa del semáforo de riesgo epidémico son ya prácticamente inexistentes y la mayoría de los estados en el País lucen con el bendito color verde (bajo riesgo). Por ello, vemos las calles con embotellamientos de nuevo, los restaurantes a reventar y la gente gritando gol sin cubrebocas en los estadios.

Se acercan los meses de invierno y aumenta con ello el riesgo de un repunte causado por ventanas cerradas, reuniones por fiestas de la temporada y pérdida de inmunidad por el paso del tiempo. 

Y no olvidemos que con el frío llega la tradicional gripe y otras enfermedades que tienden a debilitar las defensas humanas, por lo que nos volvemos más vulnerables ante aquellas de alto riesgo, como el Covid y sus peligrosas variantes.

Nada ni nadie nos impide retomar nuestras vidas. Sin embargo, nunca sobra de más aplicar cautela, reforzar el cuidado de la salud y —sobre todo– mantener el uso de cubrebocas en lugares públicos.

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