Oposición sin rumbo

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Distraídos en temas diversos, los partidos de oposición no alcanzan a dimensionar lo que se les viene, si es que no se ponen alertas e inician los trabajos tendientes a encontrar la ruta para destronar a MORENA. 

El tiempo transcurre rápidamente y los integrantes de la alianza conformada por panistas, priistas y perredistas, no logran completar el frente opositor que pueda encarar a MORENA en los comicios próximos y muchos menos en la gran gesta que se desarrollará en 2024. 

Ni siquiera definen la estrategia que usarán para evitar la reforma energética que pretenden llevar a cabo MORENA y sus aliados del PT y Verde y si es que harán equipo para frenarla. 

Están totalmente desorientados, creyendo que lo ocurrido en la CDMX podrá repetirse en la elección constitucional de 2024 y que de esa manera podrán regresar a gobernar el país. 

Lo peor de todo es que tanto PRI como PAN, confían en que tres años las cosas serán diferentes y los electores confirmaran las bondades de los gobiernos priistas y panistas y voltearan la tortilla, dándole un revés a MORENA y sus aliados.

El embrollo en que se encuentran los opositores al Movimiento de Regeneración Nacional es tan grande que dan palos de ciego por todos lados, invocando a una reflexión ciudadana que les permita situarse nuevamente en las preferencias ciudadanas. 

No se han dado cuenta que MORENA los va copando con la obtención de gobierno estatales, lo que garantiza la renovación de su triunfo en 2024, ya que para entonces contarán con más de una veintena de gubernaturas estatales. 

La ruta hacia 2024 pasa por la elección de ocho gobiernos estatales, antes de los comicios presidenciales, de los que MORENA aparece como favorito en seis de ellos, el PAN en uno más y el PRI en el restante.

Para 2022 hay la renovación de seis entidades federativas, de las que el PAN gobierna actualmente cuatro y el PRI las otras dos. 

El propio dirigente nacional panista, Marko Cortes, expuso que, de las cuatro, solamente podrían refrendar una, Aguascalientes, mientras que Durango, Quintana Roo y Tamaulipas, serán pasto fácil de las huestes de MORENA. De las restantes dos, Hidalgo y Oaxaca, gobernadas por los priistas, nada tiene que hacer el PAN y tampoco el PRI, ya que las preferencias por MORENA quedaron manifestadas el pasado 6 de junio en el proceso electoral federal la única alternativa que tendrían sería la de ir en alianza, para trata de frenar el avance de MORENA. 

Durango e Hidalgo serían las que podrían recomponer el panorama con una alianza tripartita que podría emparejar los momios, mientras que, en los otros tres, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas poco podrían hacer.

Por lo que respecta a los comicios de 2023, son dos entidades solamente las que tendrán comicios para la renovación de sus gobiernos estatales. Una es la gema de la corona priista, Estado de México, la que representa un gran bocado para los partidos en competencia. Los priistas saben que si pierden esa entidad nada los podrá salvar de que un año después se encuentre en riesgo el registro del partido. 

La entidad mexiquense es la más poblada, por mucho, del país y cuenta con el presupuesto más elevado y siempre ha estado gobernada por los priistas, aunque hace cuatro ya corrió el riesgo de perderse. MORENA sabe que, de ganarla, el camino hacia 2024 estará asfaltado.  

El otro estado con elección estatal Coahuila, es una entidad que al igual que el estado de México, solamente ha sido gobernada por priistas y que, de perder los dos estados, dejaría al priismo sin un solo gobierno estatal. La ventaja es que Coahuila es una entidad en la que el priismo se pertrechó y los comicios federales del 6 de junio pasado dieron evidencia de la posibilidad de mantener ese estado como reducto del tricolor. 

Veremos si antes de los comicios del año próximo, los partidos políticos de oposición consiguieron trazar una ruta, con estrategias que les permita consolidar alianzas o presentar ofertas atractivas para los electores que les permitan la sobrevivencia política. 
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El arribo de Pablo Gómez Álvarez a la Unidad de Inteligencia Financiera, en el relevo de Santiago Nieto, hace temer una especie de inquisición en dicha oficina. Pablo ha sido uno de los principales polemistas del Congreso de la Unión y entre sus medallas se encuentra la de operar para la desaparición de la partida secreta que dotaba de cientos de millones de pesos al Presidente de la República, manejados a su arbitrio.  


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