“El Presi” Popular

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Andrés Manuel López Obrador sigue sorprendiendo en las encuestas que aparecen en los medios. Este mes de diciembre muestra un promedio de 60 por ciento de popularidad. Nada mal, incluso motivo de envidia para otros mandatarios de América Latina y del resto del mundo.

¿Cómo es que AMLO alcanza tan buen rating?

Existe una explicación natural para este nivel de popularidad y tiene que ver con su estrategia de visibilidad. Cinco días de la semana está puntualmente a las siete de la mañana presente en muchas pantallas de hogares mexicanos. Y siempre fresco, como si hubiera dormido sus ocho horas.

En ese púlpito mañanero dicta buena parte de la agenda nacional e impone línea a sus seguidores. Es además su espacio privilegiado para encañonar los embates y las consignas contra sus enemigos y detractores. 

El Presidente analiza, reflexiona, recurre al powerpoint para precisar su postura de ese día. Y aprovecha para presentar “otros datos”, muchas veces mal estructurados y con fuentes sospechosamente utilizadas a su conveniencia.

López Obrador no disimula su ideología de izquierda, su figura de redentor de las causas marginadas a las que cautiva a través de una seductora propaganda que inicia desde temprano en Palacio Nacional. Son diversos los retos que tiene enfrente y que pueden ser determinantes para darle continuidad o no a su proyecto político, como es el caso de la consulta popular.

Lo de esta semana en el Zócalo fue un claro “ejercicio populista”, una medición presencial de este fenómeno de popularidad. AMLO ha dicho que en abril de 2022 “no sólo se resolverá si me voy o me quedo, (la consulta popular) establecerá el procedimiento para hacer realidad el principio de que el pueblo pone y el pueblo quita”.

Las críticas contra su administración son motivo de conversación constante en las redes sociales. Cualquier análisis de sentimientos de redes registraría y expondría una serie de condenas de los ciudadanos por la manera en que ha manejado la seguridad nacional, cómo ha abierto mayor espacio a la presencia militar y ha limitado la colaboración con el socio y vecino natural en este terreno: los Estados Unidos.

El proceso de vacunación —con todo y sus retrasos y desorganización— ha resultado en general funcional, ya que por lo menos la mitad de mexicanos ya cuenta con una dosis de vacuna. La Reforma Eléctrica, el Aeropuerto de Santa Lucía y el Tren Maya representan la “triada coco” de su gestión y son motivo oportuno para que sus “detractores” prueben con hechos la ineficiencia detrás de estos proyectos.

¿Qué podemos esperar de AMLO en los próximos tres años? Dos acciones sin duda.

La primera, preparar el camino a toda costa para que el candidato de Morena rumbo al 2024 alcance también un grado alto de popularidad que asegure, desde meses antes de la elección, un triunfo contundente. ¿Marcelo o Claudia? Ese es aún el dilema.

Y segundo, invertir todo el esfuerzo posible para que su llamada Cuarta Transformación genere candados que garanticen su proyecto más ambicioso de todos: Acabar de convertir a México en un país socialista a largo plazo, algo que está aún por ver si los mexicanos le permiten que lo siga intentando.

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