La peculiar defensa de las corridas de toros y peleas de gallos
En Boca de Tiburón
Esta semana la diputada local Guadalupe Leal presentó en el Congreso de Puebla la iniciativa para prohibir las corridas de toros y las peleas de gallos en la entidad abriendo una vez más el debate entre la afición taurina y los activistas animalistas. De quienes ya dieron su punto de vista, podemos destacar al gobernador Miguel Barbosa Huerta y al líder del Partido Verde en Puebla y también diputado local Jaime Natale. El primero dedicó unos minutos en su videoconferencia de prensa el viernes pasado para explicar que si estas prácticas se prohíben se estaría condenando tanto al toro de lidia como al gallo de pelea a la extinción, algo que personalmente no comparto. El segundo, minimizó la iniciativa y dijo que en estos tiempos se debe contemplar un plan integral de cuidado al medio ambiente, y no pensar en una o dos especies, algo que me sorprendió porque para mí el cuidado de nuestro planeta también implica evitar la crueldad animal. Sin embargo, existen voces de personajes no públicos que incluso dicen que estos espectáculos son buenos para la entidad porque generan una buena derrama económica. Yo no me considero un experto en la materia, pero estoy a favor del proyecto para volver ilegales las corridas de toros y las peleas de gallos y permítanme explicarles mi postura a mi muy particular estilo. Muchos de los aficionados a la tauromaquia aseguran que los toros de lidia llegan al mundo con un solo destino: presentarse en la plaza, y lejos de los indultos que rara vez dan, el ser asesinados tras el espectáculo es engalanarlos. La única manera en que esas palabras tendrían sentido es sí, cuando ocurre al revés, cuando el toro se defiende de su torturador, lo ataca y lo mata, piensen que también se engalana al torero con su muerte. Pero si ocurre siguen haciendo de menos al animal. En cuanto a las peleas de gallos, sus defensores aseguran que este espectáculo forma parte de la cultura mexicana. Pero, no creo que el poner a combatir a muerte a dos animales sea parte de la cultura o de la mexicaneidad. Aferrarse a un acto de crueldad animal por tradición no es cultura, sino poca empatía por estas especies. En mi primer trabajo tras egresar de la universidad, me mandaron a cubrir la Feria de Santa Inés Ahuatempan de 2018. Ingresé a un palenque que presentaba esta actividad para grabar el “ambiente” y debo confesar que salí horrorizado y con dolor en el pecho de la angustia que me provocó verlo. Seamos honestos, en más de una ocasión las peleas de gallos terminan en apuestas que no se pueden o quieren pagar, y eso provocan balaceras y por lo tanto más muertes en las estadísticas de México. Regresando a los toros, el espectáculo es más español que mexicano, y estoy seguro que quienes lo defienden se sienten más gachupines. Como el español nacido en Cholula de la película “Nosotros los nobles”. Y para no dejar ningún cabo suelto, voy a responderles a los que defienden estas prácticas por la derrama económica que generan. ¿De verdad creen que es correcto en pleno siglo XXI sacar dinero a costa de la crueldad animal? Yo estoy seguro que la respuesta es no. También, para los que creen que al no tener estos shows sangrientos provocarían la extinción del toro de lidia y del gallo de pelea, y que la única manera de salvarlos es explotarlos para después enfrentarlos a su muerte, están lejos de la verdad. Créanme que los colectivos animalistas traen buenas ideas para la preservación de estas especies. Ni los toros estarían destinados a ser carne ni los gallos a darle sabor a los caldos. Y reitero, yo estoy a favor que se apruebe la iniciativa que prohíbe las corridas de toros y las peleas de gallos, aunque se enojen por ello los personajes públicos antes mencionados. Pero mientras observamos si avanza la iniciativa y logramos evolucionar como sociedad, nosotros nos leemos la próxima semana. |
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