Malestar y encono al interior de la Comisión de Derechos Humanos de Puebla
Tal parece que al interior de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Puebla hay malestar y encono.
¡Vecinos y vecinas! ¿Cómo los trató la semana? Los dejó arrastrando la cobija o les hizo querer un poco más. Oigan, pues entre mañanas frías, tardes achicharradoras y madrugadas heladas, tal parece que el clima es reflejo de la clase política que a ratos hace una cosa, luego se desdice y al final termina haciendo el oso. Hablando de hacer feo. Me andan chismeando que si de por sí la elección de la consejera presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CDH) de Puebla, Rosa Isela Sánchez Soya, fue por demás polémica y muy criticada por la sociedad civil, pues tal parece que al interior del organismo también hay malestar y encono. Fíjense que unos vecinos chismosos me contaron que hace unos días hubo una sesión del Consejo en el que Rosa Isela levantó ámpula entre los consejeros, primero por no saber cómo llevar la orden del día, ni la forma en la que los puntos se abordan en asuntos generales. Y, segundo, por sus pistolas contratar un despacho externo que por la módica cantidad de 300 mil pesos revise cómo es que funcionan las cosas en la CDH porque, según dijo, todo es un despelote. Los consejeros le dijeron que hay informes internos que describen todo lo que necesita saber, que no hay necesidad de contratar nada, pues el órgano interno de control es justo lo que hace. Incluso me aseguraron que a algunos consejeros se les activaron las antenitas de vinil y se les hizo sospechosa la petición. Me dicen que el malestar de la consejera presidenta fue tal que con malos modos se dirigió a sus compañeros consejeros, algo que a más de uno sorprendió y enfadó. Y es que me cuentan que la urgencia de dar resultados de Rosa Isela es tanta que de repente quiere actuar como si fuera titular de alguna secretaría, sin tomar en cuenta que la Comisión se maneja por un consejo en el que ella es la presidenta, pero cuyas facultades no son plenipotenciarias. El caso es que ya más de un consejero anda desesperado por cómo se comporta, cómo se dirige y cómo entiende el ser consejera presidenta, algo que a más de uno le ha hecho dudar dónde está su lealtad. Esperemos que con el tiempo Rosa Isela le vaya agarrando más la onda a su chamba y le baje dos rayitas a su “don de mando”. * Vecinas, vecinos, nos leemos el lunes. Acuérdense que el que se enoja pierde. Les dejo mi correo por si quieren chismear más a gusto: lavecindad@elpopular. |
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