El ayuntamiento propone y la OPD acata: qué, cómo, cuándo, quiénes, cuántos y a qué horas se llevan a cabo las Noches de Museos de Puebla
¡Vecinas, vecinos!
La velada cultural denominada Noche de Museos tiene un pasado más oscuro y tenebroso que una noche en descampado en la Sierra Negra. Todo comenzó con Eduardo Rivera Pérez en su primer periodo como presidente municipal. Fue él quien inventó el mentado evento, junto con Fabián Valdivia y Alejandro Cañedo. Lo llamaron “Noche de las estrellas”, Noche de Museos se llamaría años después, y convocó a todos los museos de la ciudad ante la inacción y pasmo cultural de Moisés Rosas, el creador del Organismo Público Descentralizado (OPD), Museos Puebla.
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Tan sorpresiva y exitosa resultó está iniciativa de Lalo Rivera que el ayuntamiento la hizo suya ante la muina y constipados eternos de Museos Puebla, pues nunca han logrado asimilar y mucho menos perdonar que la institución cultural citadina (que no posee ni un solo museo) sea la que planee, convoque, supervise y se cuelgue las medallas de la jornada, ninguneando unas veces y otras también, a la mentada OPD dueña de los museos, pero difusa e ineficiente en eso de la Noche de Museos. Y desde luego que después de tales vergüenzas culturales, los de museos estatales intentaron una y otra vez rebelarse del yugo, pero entonces se toparon con Alejandro Cañedo, tanto a su paso por Turismo y Cultura del ayuntamiento como en el gobierno del estado y entonces ya no hubo modo de quitarle la titularidad del evento a la ciudad capital, quien la considera “Su Noche” y “Su Jornada”, le guste o le disguste a cualquiera que pongan al frente de Cultura y Museos estatales. Y así ha continuado la cosa: el ayuntamiento propone y la OPD acata: qué, cómo, cuándo, quiénes, cuántos y a qué horas se llevan a cabo las Noches de Museos de Puebla.
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Dicho lo anterior, es posible entender por qué ocasionalmente Museos Puebla se niega a participar en la Noche de Museos del ayuntamiento, pues nada más y nada menos que porque les corroe la envidia y se les derrama la bilis por tener que ser, una noche más, el patiño museístico del Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla (IMACP). Así que no le digan que no le cuenten que después de tantos años, Museos Puebla, a cargo de María José Farfán, ya tiene un nuevo y exitoso programa cultural para promover los recintos museísticos del estado.
¡Ni mais paloma! * Bien dicen que en la guerra y en el amor todo se vale, pero en la política poblana parece que también en las alianzas. Miren ustedes que el PRI de Puebla decidió romper con el PAN porque, según ellos, los blanquiazules le coquetearon a Morena en lo oscurito.
¡Imperdonable!
Uno aquí pensando que los políticos eran ejemplo de lealtad y resulta que el PAN salió más infiel que protagonista de telenovela de los noventa. El dirigente del PRI en Puebla, Néstor Camarillo Medina, está indignado y ha decidido que prefiere ir solo que mal acompañado. O, mejor dicho, prefiere perder solo que perder con el PAN al lado, porque, seamos honestos, la oposición en Puebla no está como para andar jugando a la ruleta rusa. Dice que el PAN le mintió, que lo engañó, que le prometió amor eterno y luego le robó la cartera. O, peor, le dejó con una candidatura vacía y un municipio en manos de los panistas. Camarillo se lamenta porque todo salió mal, como si la historia de la política mexicana no nos hubiera enseñado que las alianzas entre estos partidos son como una relación tóxica: se odian, se necesitan y al final siempre se terminan traicionando. Y ahora, el priista dice que en 2027 ni de broma volverá a aliarse con el PAN, que mejor se enfrenta solo al monstruo de Morena y a las hordas de traidores que lo rodean. Claro, siempre y cuando siga siendo el dirigente, porque si lo cambian, pues ya veremos. O, igual y para entonces, ya se reconciliaron y nos salen con que siempre sí se quieren. Mientras tanto, las y los ciudadanos seguimos disfrutando de este culebrón político, donde los protagonistas cambian de bando más rápido que los fichajes de fútbol. Porque al final, lo que menos importa aquí son las ideologías, los proyectos o las promesas; lo único que importa es ganar, aunque sea perdiendo. * Vecinas, vecinos, nos leemos mañana.
Acuérdense que el que se enoja pierde.
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