Todavía no dicen cuántos funcionarios renunciaron ni por qué puerta, aseguran que el trabajo ya está en marcha
¡Épale, vecinas y vecinos!
En Puebla, la justicia por fin se dio cuenta de que estaba llena de bandidos.
Qué revelación tan inesperada, ¿verdad?
Resulta que la mismísima Fiscalía General del Estado tenía más infiltrados que grupo musical en feria de pueblo: políticos traviesos, criminales de clóset y quién sabe cuántos personajes “ajenos” (¿ajenos a qué? ¿A la honestidad?). Todos ahí, trabajando hombro a hombro, muy comprometidos… con sus propios intereses. Pero no teman, que llegó la salvación: Idamis Pastor Betancourt, la flamante fiscal general, dispuesta a “sacudir” a la Fiscalía como si fuera alfombra de tapanco.
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En cuanto llegó, medio mundo presentó su renuncia voluntaria, como si el edificio oliera a honestidad y eso les diera alergia. ¿Será? Otros, más tercos, fueron invitados cordialmente a retirarse. Es decir: “Te vas… o te vas con carpeta de investigación incluida”. Qué claro, eso incomoda a quienes vivían “al amparo de la corrupción”.
Pobrecitos, uno aquí con su salario mínimo y ellos perdiendo sus cómodos ingresos por “gestionar favores”.
Y aunque todavía no dicen cuántos funcionarios renunciaron ni por qué puerta, aseguran que el trabajo ya está en marcha. Según la fiscal, las denuncias ahora se atienden 24/7. Aunque habría que preguntar si también limpian el teléfono, porque antes uno llamaba y era más fácil que contestara el Santo que un ministerio público.
Por ahora, confiamos en que esta sacudida sea algo más que un simulacro y que las “acciones incorrectas” no solo cambien de oficina. Porque si algo nos ha enseñado la justicia poblana es que siempre hay espacio para un nuevo escándalo… o para un viejo amigo con credencial de fuero. * Vecinas, vecinos, nos leemos mañana.
Acuérdense que el que se enoja pierde.
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